jueves, 28 de junio de 2012

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El dios Televisor

Hace unos días me comentaba un amigo que había contratado un decorador para su casa y que antes de hablar siquiera de dinero, lo primero que le preguntó el "diseñador visual de interiorismo urbano" era que dónde iba a ir ubicado el aparato de TV. A partir de ahí se distribuiría el resto de mobiliario, objetos de decoración, etc. El poder de influencia que ejerce semejante aparato da que pensar.

jueves, 21 de junio de 2012

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¿Por qué no nos gusta lo nuestro?

Qué curiosa contradicción la nuestra: estamos encantados con los resultados de nuestros compatriotas en motociclismo, tenis, fútbol, Fórmula Uno, etc. pero las banderas desaparecen en cuanto guardamos la pelota o se acaba la gasolina.
Por la razón que sea, parece que por principio rechazamos aquello que pueda tener reminiscencias hispanas.

jueves, 14 de junio de 2012

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La batalla de comprar a las 20:25

Desde pequeños nos enseñan a tener consideración por los demás, y eso incluye respetar sus horarios. El problema es cuando quien maneja determinados horarios no nos respeta a nosotros.

El otro día tuve que comprar una corbata de manera urgente. Para ello me dirigí a una de las miles de tiendas que hay franquiciadas en Madrid, y que guardan bastante similitud tanto en estilo como en precio: Cortefiel, Massimo Dutti, etc. 
Era consciente de la hora, y llegué a las 20:25. La tienda en cuestión anunciaba en un cartel que su horario de cierre era a las 20:30.  Esa maldita hora que tiene la característica de ser tardía para los dependientes pero muy temprana para el dueño de la franquicia.

domingo, 10 de junio de 2012

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El blog está en marcha. ¡Prueba superada!

Hoy es domingo, y se ha cumplido la primera parte del reto: poner en marcha un blog y publicar un post diario durante una semana. ¿Cómo consigue la gente escribir durante años diariamente? 
Yo no creo que pudiese incluir información de modo diario. Y no será por falta de la misma. En 2011 se generó más información que en toda la historia de la Humanidad. No hay duda de que estamos saturados. Todo indica que es mejor menos y más breve.

viernes, 8 de junio de 2012

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Starbucks y los adolescentes

Los tíos de Starbucks son unos máquinas. Starbucks es una cadena americana de cafeterías que se caracteriza por un diseño especial, tener sofás como los de casa y café hecho con sangre de unicornio, a juzgar por el precio.
Otro día analizaremos el tema de sus precios, los sillones y lo de poner el nombre del cliente en el vaso, porque eso da para un especial.

Independientemente de todo eso, han conseguido algo digno de estudio por parte de sociólogos, antropólogos y demás: cambiar los hábitos de la sociedad española en un tiempo récord.
¿Quién estaba antes en las cafeterías? La gente "mayor". De siempre, la cafetería ha sido un sitio donde iban las madres a charlar y a comer tortitas con nata (los padres iban al bar, que no tiene nada que ver, y allí veían el fútbol y los toros) mientras los "teenagers" andaban haciendo el cabra por la calle, tirando huevos desde cualquier puente de la M30 o llenando de jabón de lavadora las fuentes públicas. No es que estuviese bien hecho, pero sí era lo normal a esa edad.

jueves, 7 de junio de 2012

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¿Quién hace los anuncios de detergentes?

Alguien en el mundo de los detergentes, lavaplatos y demás debe pensar que los españoles no lavamos. Por eso no hacen productos para nosotros.  Será que van destinados a los extranjeros que viven en España.
 ¿Quién compra los productos de limpieza en España? En muchas ocasiones siguen siendo las madres, abuelas, etc. Y en otras, cualquiera de nosotros. Entonces ¿por qué tienen nombres que parecen elegidos en Silicon Valley?
Ahora no se compra Colón, Luzil, Ariel, o Lagarto. Ahora se compra Vanish Oxi Action Gel, Vanish Crystal White, Ariel con Actilift, Luzil Actifresh, Wipp progress, Skip Active Clear o Skip Superfresh. Muchos tienen como denominador común lo de"Acti". Eso debe de tener tirón...

No entiendo la relación entre estos términos y la limpieza. Obviamente, desde el punto de vista del marketing tienen que funcionar, porque si no, ya los habrían cambiado.

¿Qué ha sido de los payasos de Micolor? ¿Y de Villarriba y Villabajo? ¿Y el mayordomo casposo del algodón, el que dió origen a la saga? Gracias a ellos aprendimos que si no se empleaba el detergente correcto, podíamos perder la gracia de la camisa,  debíamos mantener el botiquín y al mayordomo alejado, o teníamos que soportar como nuestra novia flirteaba en la verbena del pueblo con los "guays" de Villarriba, mientras a nosotros se nos escapaba el amor metidos dentro de una paella de 10 metros de diámetro. Y a todas estas, ¿dónde andaba el alcalde? Porque en el Gran Prix del verano curraba como el que más, pero aquí nunca se le vió.

Afortunadamente, todo son ciclos, y tras echar un vistazo por las webs de estos productos, parece que volvemos a los orígenes del olor a pino, limón, etc. y empiezan a pensar que los españoles también fregamos, lavamos la ropa e, incluso, usamos suavizante.

En resumen, que ya se vuelven a ver términos castellanos en los anuncios de limpieza, lo cual debe ser motivo de alegría pues nos dará seguridad a la hora de pedir por su nombre el detergente a la persona de la droguería sin tener que hacernos los remolones como si estuviésemos comprando preservativos en los primeros 80s. Este verano, de cabeza a Villarriba, y el mayordomo que vaya en plan CSI por la casa.

miércoles, 6 de junio de 2012

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El "caballito" de Ralph Lauren

Creo que hay cinco tipos de ropa en función de la visibilidad de la marca:
Grupo 1: la que no vemos nunca, porque es ropa de batalla que no tiene más intención que esa, y ni ganas de preocuparse por invertir en imagen (los uniformes de los colegios, por ejemplo),

Grupo 2: La que la tiene, relativamente visible, pero que no aporta mucho, ni sus creadores tienen intención de ello (caster, fórmula joven.. infinidad de ellas).

Grupo 3: La que no vemos nunca, pero la tiene, cuya intención es precisamente esa. Que no se vea. Suele tener la característica de ser cara, caer como un guante, engordar y adelgazar con nosotros y en raras ocasiones estropearse. A la larga, la más barata.

Grupo 4: La ropa de marca "temporal", como puede ser La Martina, Fumarel, Privata o Liberto en su día, etc. que de la noche a la mañana son lo último, y en un par de temporadas comienzan a heredar los hermanos pequeños, destinados a ir a contramano de la moda juvenil, la cual no acompañarán hasta cobrar sus primeras nóminas.

Y grupo 5: las prendas que llevan muchos años en el mercado, con una buena publicidad, con un público bastante amplio pero muy segmentado, y con unos precios altos, pero accesibles: Lacoste, Fred Perry, Ralph Lauren, etc. Marcas no especialmente elegantes, pero que cumplen su correcta función. Tienen su logo visible, de pequeño tamaño, y ubican a la persona dentro de un estilo determinado, que paga gustoso ropa de calidad media-alta, de colores discretos y que acepta abonar un plus por llevar un determinado "animal o cosa" bordado en su pecho.

Hasta que un día alguien rompe con el grupo 5, que tan bien ubicado estaba, y nos encontramos con unos logos que ocupan un tercio de la prenda. ¿Qué pasa aquí? ¿Qué se busca con esto? Porque, independientemente de los gustos, llevar un bordado de 30x15 cms. de un señor a caballo, elegante no es. Y discreto menos. Si esta línea la copian otras empresas, en un par de años, la gaviota de Hollister (para mí claramente en el grupo 4) pasará a ser un pterodáctilo...

¿Qué puede haber llevado a una marca como Ralph Lauren a hacer algo así? Es un modo muy rápido de pasar del grupo 5 al 4, y de ahí, si nadie lo remedia, al grupo 2.
Dentro de un par de años, cuando esta moda del "supersize" pase de largo, ¿tendremos la poca vergüenza de "colocarle" el polo a nuestro hermano pequeño? Los Caín y Abel de la moda.

En resumen, que siempre se ha dicho que la elegancia no está en una prenda, sino en las personas, y que la elegancia es discreción. A los hombres del montón, que no somos ni modelos, ni fashion victims, ni nos preocupa en exceso el mundo del diseño,  acudir a un evento y que nadie puede recordar cómo íbamos vestidos lo consideramos el súmmum de la elegancia.
Si nos atenemos a esas normas, el "caballito" actual queda muy lejos de esa elegancia, y seguro que hasta nuestros hermanos pequeños, en un par de años, pensarán lo mismo.

martes, 5 de junio de 2012

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La agencia de publicidad no me quiere



Ayer vino a visitarme a la oficina una agencia de publicidad que estaba muy interesada en trabajar con nosotros, que tenía grandes ideas y que seguro que establecería entre nosotros la tan oída por todos pero sentida por algunos menos, "química".

Tras la obligada conversación de ascensor saltó a la palestra un flamante macbook air del que surgió una bonita presentación llena de luz y color, donde se explicaba que en 2011 su compañía había facturado no sé cuántos milones de euros, había conseguido miles de cuentas, y que entre sus clientes principales se encontraban compañías de la talla de Coca Cola, Seat e Ikea. Todo ello, con una música impactante y los altavoces a pleno rendimiento, dando la sensación de encontrarse en la ópera de Viena el 1º de año, dando palmas al ritmo de "La marcha Radetzky".

Una vez finalizó el espectáculo, y atónito esperando el siguiente movimiento, pues si esto había sido la entrada, qué no sería lo que me tendrían preparado para regocijo de mi empresa (para la que trabajo) y qué sería aquello que iba a crear la conocida "química".
Y llegó el momento: con toda mi atención puesta en en el director, el supervisor, y el ejecutivro de cuentas, de boca del primero salió la frase que resume la reunión: "y aquí estamos para lo que podáis necesitar".

¿Cómo? Mi empresa poco tiene que ver con Coca Cola, con Seat, con Michelin, y menos con Ikea. ¿A mí qué me importa eso? Yo esperaba algo del tipo "hemos visto vuestra web, la hemos comparado con la competencia, y el caso es que hay unos cuantos apartados susceptibles de mejora, para los que hemos pensado esto y lo otro..."
Con las mismas, me tocó tirar de frase recurrente, y con un "pues ya sabiendo dónde estáis, seguimos en contacto, a ver si sale algo" dimos la infructuosa visita por cerrada.

En resumen, que yo no sé de publicidad, pero como cliente, no me gusta que vengan a venderme "nada", porque eso es lo que hicieron. Una gran empresa que tendrá grandes clientes, pero que a los potenciales no saben atraerles. Por lo menos a mí. O a lo mejor no soy tan potencial.

lunes, 4 de junio de 2012

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Johnny... la gente está muy loca.


La tienda a la que debo el impulso para arrancar el blog se llama Abercrombie&Fitch. Una de las primeras reglas de la publicidad (busca un nombre sencillo y fácil de recordar y pronunciar en cualquier idioma) hecha pedazos.

La experiencia fue como sigue:
Visita a Manhattan hace menos de dos meses, paseando por la 5ª Avenida, una de las principales calles comerciales de la isla. De pronto recibo un intenso olor a perfume, que yo denominaría "unisex", bastante agradable. En la puerta del establecimiento de donde procedía esta fragancia, dos chicos veinteañeros vestidos con unos pantalones de pitillo y el torso al descubierto, muy cachas, muy guapos y muy agradables hacen... nada. No hacen nada. Están. Una vez superados los cánones de la belleza griega, encontramos lo más de lo más. Otro "paisanín", como diría mi abuelo, aún más guapo, más cachas y más agradable. Este ya tiene una función más compleja. Se hace fotos con todas las chicas (potenciales clientes) que entran al local, en las que se puede observar su emoción (la de ellas) por la cantidad de "me gusta" que recibirán en su perfil de Facebook, una vez cuelguen las fotos. Mientras tanto, sus novios, maridos, etc. en un alarde de superación personal, mediante móviles y cámaras de todo tipo, dejan constancia gráfica de lo que nunca querrían ver: su chica abrazada a un hombretón, desnudo de cintura para arriba, sonriendo al fotógrafo, con cara de complicidad entre ambos (modelo y cliente). Terapia de choque por si un día (no muy lejano, a tenor de algunas de las fotos) se apaga la llama del amor. Y toda una prueba de valor digna de los reporteros de la agencia Magnum.

A partir de aquí, además de la puerta física, cruzamos una puerta sensorial que nos transporta al sistema más extraño de venta de ropa que yo haya visto jamás: la luz justa para no tirar todo al tropezar, pero no la suficiente para ver lo que se oferta. Música (vamos a considerar la pieza "Johnny, la gente está muy loca" como música) al volumen justo para no reventar los tímpanos, pero sí el suficiente para no poder comentar con nadie si esa prenda que hemos palpado es verde, roja, o azul.
Entre tinieblas, se ve pasar a gente muy rápido. Por la soltura esquivando las mesas, perchas, maniquíes, columnas y los zombies que andábamos por allí buscando un futuro mejor en forma de prenda de algodón, entendí que eran los assistants, clerks, o cómo quiera que sea el nombre que les hayan buscado a estos intrépidos personajes de pelo engominado, para no perder el glamour y convertirse "sólo" en dependientes.
Tres minutos después, y tras varios traspiés, salí como alma que lleva al diablo a la avenida, con la sensación de haber encontrado la puerta del laberinto, mientras mis pupilas se aclimataban de nuevo a la luz, pues las necesitaba a pleno rendimiento sabiendo que no podía contar con el sentido del oído hasta un buen rato después.

En la acera de enfrente, encontramos el polo opuesto: la famosa joyería Tiffany´s, con luz, música ambiental, ascensores y personal vestido elegantemente de pies a cabeza. Y vistos los precios de ambos establecimientos, yo ya no sé quién debería tener más empleados de seguridad en la puerta.

Está claro que hay un público para cada producto, o viceversa, pero a mí el sistema de Abercrombie&Fitch (copio y pego de nuevo) me desborda completamente y, dentro de mi absoluta ignoracia en temas de publicidad, no consigo dar con la razón de su éxito.

En resumen: cada día veo más gente con prendas de esta marca, y siempre me hago la misma pregunta: ¿cuando salió de la tienda sabía lo que se llevaba, o lo ha comprado on line con la seguridad que da la luz del monitor y las vistas en 3D, a pesar de la eterna incertidumbre del tallaje?



domingo, 3 de junio de 2012

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¿Es la publicidad o de verdad somos así?



 A raíz de una visita a una conocida tienda de ropa para jóvenes, de la cual salí impresionado por sus técnicas de atracción al cliente y de publicidad, me animé a escribir un blog donde pudiese poner por escrito aquello que ha hecho huella en mi rutina, a ver si entre comas, ariales, negritas y mayúsculas consigo, como humilde consumidor, entender e interpretar muchas de las acciones de comunicación, publicidad y consumo que nos "arrollan" al cabo del día.