jueves, 15 de noviembre de 2012

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El pequeño comercio y los "category killers"

La tienda de discos donde pasábamos la tarde viendo carátulas y portadas cerró hace ya unos años, el negocio de electrónica de nuestro vecino Armando se fue a pique y, con él, Armando, su familia y su hipoteca. El colmado del señor Eloy al que debemos parte del colesterol de nuestra infancia gracias a sus donuts, palmeras y triángulos es ahora una inmobiliaria, y la juguetería que vio crecer nuestras narices pegadas a sus cristales es una sucursal de La Caixa.

En marketing hay un término que expresa muy bien lo que está pasando: son los category killers o asesinos de categorías. Su función básicamente es la de arrasar con el pequeño comercio. ¿Queremos juguetes? A Toys r us. ¿Discos? A Fnac. ¿Un martillo y unos clavos? A Leroy Merlin. ¿Un balón de fútbol? A Decathlon. ¿Una radio? A Mediamarkt.

Día a día vamos dejando solo al ferretero en su mostrador. Y al señor de la mantequería quien, fumando un cigarro apoyando en la puerta de su negocio, ve cómo los huecos libres de la zona de aparcamiento regulado cada vez son más amplios a la vez que se estrechan los de los centros comerciales. Día a día vemos la cara de tristeza del dueño de la tienda de deportes, donde nuestra madre nos compraba las zapatillas del colegio, quien tiene la mala costumbre de comer con su familia y descansar los domingos. Y día a día vemos poner el cartel de "se alquila" en esos lugares donde tantas veces hemos dicho "que dice mi madre que luego baja a pagarlo" (y bajaba y pagaba) mientras murmuramos que qué pena a la vez que, presurosos, encaramos la circunvalación que nos lleve al centro comercial de turno.

Algún día desearemos pagar no ya por comprar en el barrio, sino por sentir el afecto de saludar al pastelero, de que feliciten a nuestra hija por su cumpleaños en la juguetería porque el dueño recuerda la fecha pues es el mismo día que el de su mujer; de decirle al ferretero que aquellas tuercas no eran las que nos hacían falta y que luego se las bajamos, sin que nadie nombre la palabra tique de por medio. Y, por supuesto, esa sensación de complicidad cuando vamos a la frutería y vemos como un forastero se lleva unas naranjas que no tienen muy buen aspecto mientras a nosotros nos hacen un guiño dando a entender que para nosotros hay otras mejores esperándonos en la cámara frigorífica. Por algo somos del barrio.

En resumen, que el pequeño comercio será pequeño en metros cuadrados, pero gigante en atención al cliente. Como no empecemos a valorar lo que tenemos a nuestro alrededor y sigamos empeñados en pasar el día en centros comerciales, la situación nos pasará factura. Y sin posibilidad de devolución antes de quince días por mucho que presentemos tique alguno.

10 comentarios:

  1. Lloro.
    Muy bueno.
    E.E.

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  2. ¡Qué razón tienes! Yo que en este momento estoy como loca porque me ponen un Mercadona al lado, pero carne, pescado, verdura y fruta lo seguiré comprando donde siempre.

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    1. Mercadona se queda un poco en tierra de nadie. Creo que es un buen sitio para ahorrar comprando su marca propia, pero al igual que tú, otras cosas hay que dejarlas en manos de cada gremio.

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  3. En mi caso siempre estará Celinda, que, aunque use la picaresca de ponerte siempre más cecina de la que pides o una cuña de queso más grande de lo que le indicas, te recomienda los mejores vinos y te vende casi a cualquier hora las anchoas más ricas que he probado. Ah!, y siempre se acuerda de mi marido, al que sabe que le encantan las pastas de té: "Cómo no le vas a llevar unas!".

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    1. jaja, esa picaresca es que reflejaba Ibáñez en el personaje de Senén, el tendero de 13 rue del percebe. Un clásico de la sociedad española.

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  4. Muy bueno Carlos, me has trasladado a mi infancia, además en las tiendas de barrio como en el mío cuando vas con tus niños le dan la típica gominola aunque solo bajes a por la barra de pan no imagino yo al Sr. Roig de mercadona repartiendo golosinas a los niños que van con sus padres a comprar. Me ha encantado compañero gracias.

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    1. Gracias, Jose A. Y seguro que tú conocías al sr. Eloy que nombro, pues era por donde tú y y yo hemos pasado nuestros años mozos. Un abrazo

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  5. Y los grandes, queriendo copiar a lo que han destruido, hablan de crm...

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    1. Efectivamente, esa es la paradoja. Acabamos con el pequeño comercio y luego mediante herramientas informáticas queremos ofrecer un trato similar al que ofrecía el tendero. Cercano pero totalmente artificial.
      Gracias, anónimo. Un gran punto de vista.

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