Miro el calendario de mi mesa, que incluye cada día del año un anuncio de las décadas 60 y 70, y me resulta curioso ver como en publicidad algunas cosas no han cambiado nada y otras, por el contrario, no hay quien las reconozca. La masculinidad, por ejemplo.
Hace décadas se decía que el hombre debía oler a cuero y a tabaco. Y viendo el anuncio del calendario, de un after shave denominado Yardley, no hay duda de que esa máxima tenía tirón. El texto dice algo como "Cuatro grandes fragancias masculinas. Una de ellas es totalmente nueva".
Según esta imagen, todo hombre viril que se preciase, debía de ir con guantes de cuero, fumando, echando un buen pestuzo a coñac, y oliendo a una fragancia que tiene una pinta de pachulí que echa para atrás. Si comparamos la loción aquí presente con la pegajosa colonia Varón Dandy, seguramente esta última emita los mismos efluvios que una grapadora. Ninguno.