jueves, 24 de enero de 2013

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La publicidad en el deporte

Prácticamente todo equipo deportivo que se precie tiene alguna marca impresa en sus camisetas, pantalones, cascos, bicicletas, motos y estadios. Incluso los árbitros de fútbol, supuesto ejemplo de imparcialidad, lucen en sus mangas marcas que nada tienen que ver con el deporte. Pero ¿dónde está el límite?

Una cosa es que un equipo cargue con publicidad a cuestas para salir adelante, y otra muy distinta es que, por culpa de esa publicidad, ya no sepamos ni de qué ciudad son los equipos que están jugando.
En el caso del balonmano, y hablamos de equipos de primera división, encontramos perlas como las siguientes: Naturhouse La Rioja, GlobalCaja Ciudad Encantada, Academia Octavio, Helvetia Anaitasuna o Reale Ademar León. El mundo del fútbol sala no se queda atrás, y bautiza a sus equipos con nombres como Colegios Arenas Gáldar, Inter Movistar, Ríos Renovables o Fisiomedia Manacor.


Personalmente, creo que debería de haber un límite, porque en estos casos el deporte acaba relegado a un segundo plano. Yo no sé si son deportes minoritarios y por eso se ven obligados a llevar esa publicidad, o es precisamente ese patrocinio el que impide que determinados deportes salgan de la minoría.
Y es que aunque no sepamos de balonmano, siempre será más atractivo sobre el papel a la hora de escoger un partido en televisión si leemos Madrid-Barcelona o Atlético de Madrid-Sevilla que Papelerías Carlín-Mantecados La Estepa o Ganchitos Matutano-Papel Higiénico Tres Claveles.

Con estas cosas se pierde la sana rivalidad entre ciudades, y lo que enseñamos a los niños es que en el deporte lo que manda es la marca, muy por encima de la población de origen del equipo en cuestión, dejando claro que lo primero es el dinero. Y a ver quién se aclara la temporada en la que Ríos Renovables deje de patrocinar al equipo de Tudela y pase a llamarse Rodamientos Carretero.
De seguir esta tónica, en unos años nadie se va a atrever a hacer a los niños la clásica pregunta "¿Y tú de qué equipo eres?" pues nos podemos encontrar con que el chavalín el año pasado era del Pupitres Alonso, este año es del Bombillas Osram y el año que viene será del Euribor +1. Todos ellos rentables eufemismos que evitan decir que el niño es del club de fútbol de Ribadesella, por ejemplo.

Como no mantengamos un poco más de respeto por el deporte, que bastante corrupto está, y un poco menos por los ingresos que éste puede llegar a generar, los jugadores acabarán llamándose Kelvinator, Balay, Piaggio o Iphone 6.

4 comentarios:

  1. Recuerdo lo que me chocaban de pequeño los nombres de los equipos de baloncesto, en contraste con los de fútbol, por el hecho de que una marca comercial fuese la que nominase al club: Ron Negrita Joventut hacía que Cajamadrid sonase hasta bien para dar nombre a un equipo. Siempre queda mejor decir que eres del Club Atlético Osasuna que del Forum Filatélico de Valladolid.
    Y en Fórmula 1 también chocó que los Lotus tradicionalmente negros por el patrocinio de John Player Special pasasen a ser amarillos cuando Camel puso la pasta. Menos mal que siempre nos quedará el rojo de Ferrari.
    Lo que no sé si tienen en cuenta los responsables comerciales de esas firmas es el riesgo que corren de verse en un titular desafortunado, del tipo "Blancos de Rueda pierde la categoría", "Unicaja decepciona a los suyos" o "Regal pierde su última oportunidad". Un lector despistado que sólo lea el titular puede pensar cualquier cosa.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. Bien visto ese último párrafo. Claro ejemplo de que se puede perder mucho más de lo que se puede ganar. Y sin ir más lejos, ayer, que ganó la selección española de balonmano, seguro que no hubiese tenido la misma repercusión, si en vez de España-Dinamarca hubiese sido un Gaseosas La Casera-Cervezas Carlsberg.

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  2. A mí también me parece muy cutre. Algunos hacen lo que sea para que su marca suene. Me estoy acordando de una escena de la entrañable película "Rocky", cuando Balboa viste, para su combate con Apollo Creed, un albornoz con la marca de la empresa de productos cárnicos donde trabaja su cuñado y encima le queda grande, jeje.

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    1. Sí, no hay duda de que ahí querían resaltar que el tío estaba empezando. Seguro que la saga de Rocky no hubiese dado tantas entregas si se hubiese llamado Carnicería de Paulie-Rocky Balboa.

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