jueves, 3 de enero de 2013

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¡Me lo pido para Reyes!

Hay quien dice que la publicidad es el arte de separar a la gente de su dinero. Como todo, es una postura muy discutible, pero hay una fecha en el año en la que se cumple ese dicho. Y es en los días previos a los Reyes Magos.

Si hay una publicidad complicada de controlar es aquella que va dirigida a los menores, sobre todo a los que se mueven en la cándida y feliz época en la que son conscientes de que hay tres señores que vienen a camello y traen regalos, pero todavía no tienen la más mínima sospecha de que esos señores vienen, pero previo paso por caja. A portes pagados.
Eso implica "pedirse" todo aquello que aparezca en televisión y pueda tener el más mínimo interés, pues, al fin y al cabo, no cuesta nada. La ligereza de la frase "me lo pido para Reyes" es inversamente proporcional a la dureza que adquiere la glotis de los sufridos padres, quienes, en dulce compañía, prestan atención a dos cifras: la edad recomendada del juego en cuestión por un lado, y el siempre antipático precio en euros.


A lo largo de los años ha habido dos frustraciones importantes con lo de los regalos de Reyes. Una, muy dura, la de los padres por no poder cumplir económicamente la ilusión de sus hijos, y otra, no menos grave para la mentalidad de un niño, que es la de la decepción que se provoca cuando el regalo en casa parece haber encogido respecto al que aparecía en televisión. Algo similar a lo que pasa con las hamburguesas en los locales de comida rápida. Nada que ver la foto con la realidad. Una de las cosas más peligrosas en marketing y publicidad y que se suele denominar con el termino sajón overpromise.

Afortunadamente, alguien tuvo suficiente corazón para procurar que lo comentado en el párrafo anterior pasase a ser parte de la Historia. Para los padres se incluyó la famosa frase al pie del anuncio o en la parte inferior de la pantalla: el precio del juguete es mayor a treinta euros. De este modo se despejan rápidamente las dudas y se hace saber a los más pequeños que a los Reyes Magos esos juguetes no les gustan porque pesan mucho y se hacen daño los camellos. Y para los niños se aplicó un sistema muy sutil a la vez que efectivo: que en los anuncios siempre aparezcan unas manos infantiles con el juguete, de modo que no se pueda malinterpretar el tamaño y evitar que el coche de carreras que prometía medidas de Hummer se quede en un reducido Fiat 500.

Y tras tantos avatares, después de la ilusión desbordada de los niños, de todos los esfuerzos por parte de los padres, de las comisiones de control de la publicidad y de la vigilancia por parte de la Ocu del tamaño de las piezas y sus correctos pares de apriete, a principios de febrero todo habrá quedado en una gran resaca y la mayoría de los juguetes abandonados cual derrota de Napoleón en Waterloo.

En resumen, y volviendo al principio, esto hace pensar en que muchas veces nos enamoramos no de los productos que vemos en televisión, sino de la forma en la que nos los venden. Y eso, sin duda, es un arte.

14 comentarios:

  1. Un estupendo blog.
    Un saludo y mucho éxito.
    Oliver

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    1. Gracias, Oliver. Espero volver a leerte por aquí.
      Un saludo.

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  2. Anónimo3/1/13 11:57

    "La publicidad es el arte de separar a la gente de su dinero". Buenísima la frase, que equipara moralmente al publicista y al trilero.

    Ya veremos cómo vienen los Reyes este año.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. Llorente, hay trileros malos y publicistas muy buenos. Y viceversa. Lo malo es cuando ambos se ponen al mismo nivel.
      A ver esos Reyes no ya cómo vienen, sino si vienen.

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  3. Buenísima reflexión Carlos, no tenía ni idea de lo de las manos...

    Me echo a temblar cuando sea padre, ya lo estoy haciendo con mis sobrinos.
    Los precios son tan tan exagerados...y lo peor de todo es que miraran tus regalos una vez después y se olvidarán de ello.

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    1. Gracias, Will. Para eso están los sobrinos, para ir aprendiendo. Es como una beca que vale hasta que te contraten como padre ;)
      Me alegro de verte por aquí.

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  4. Anónimo4/1/13 16:47

    Interesante y oportuna reflexión. Como siempre... Muy feliz Año

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    1. Gracias, anónimo. Feliz año y que se porten bien los Reyes.

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  5. Anónimo4/1/13 18:09

    Muy bueno Carlos. En fin te dejo que me voy a hacer las últimas compras de reyes.
    Maxi

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    1. Maxi, a ver si te dejas caer más a menudo ahora que tenemos cerca a un estuendo retuiteador. Un abrazo.

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  6. Anónimo7/1/13 12:49

    Muy buenos Carlos, sobresaliente reflexión!!!
    Publicidad increíblemente efectiva que afecta a niños, padres, abuelos, tíos y demás familia donde los excesos son difíciles de sujetar y suavizar la intensa jornada laboral de los cada vez mas trabajados Reyes Magos.
    Un fuerte abrazo y enhorabuena por ese "pedazo" de blog..., me declaro ADMIRADOR!!!
    Paco

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    1. Gracias, Paco. Al igual que le he dicho a Maxi, espero verte más a menudo por aquí, y espero que compartas alguna anécdota de tu largo recorrido por el mundo de la publicidad y las agencias.
      Un abrazo

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  7. Muy bien, pero igual que los menores son tan sensibles a la publicidad, también lo son a los consejos, orientaciones e incluso correcciones de sus padres.

    Aquí es sobre todo un problema de los papis. Lo que es descabellado es que en Toys´R´Us se puedan pagar los juguetes en tropecientos mil plazos o que la gente pida microcréditos para comprar los Reyes. El problema no es que los críos sean antojicas, sino que los padres son unos gilipollas que no soportan que su hijo tenga menos chorradas que sus vecinos o sus amiguitos del cole; no soportan la reflexión de que tienen menos dinero que otros padres. Son los padres los consumistas, los que quieren aparentar a través de los niños.

    Un niño pequeño puede pedir lo que quiera y decir misa, que después los Reyes, como son magos e impredecibles, como tienen muchos viajes que hacer y muchísimos regalos que repartir, como regalan en función del comportamiento, como hay muchos niños que lo necesitan más que ellos, etc, etc, pues traen lo que les sale de los cojones. Traen algunas cosas de la carta pero de otras se olvidan o no les da la gana. así son los Reyes y así es la vida, a la que los chavales deben ir acostumbrándose desde la más tierna edad porque si no luego pasa lo que pasa. La crisis, por ejemplo.

    Y luego la redacción de la carta también puede ser orientada debidamente.

    Esto que he dicho vale para familias ricas y pobres, porque mala escuela es vivir sin privarse nunca de nada. Hay que enseñar a renunciar, a distinguir entre nuestros caprichos y la realidad desde la más tierna infancia, aunque te salga la pasta por las orejas.

    Feliz Año.

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  8. Sr. Neri, esas eseñanzas son muy complicadas en un país en el que donde hace siglos ya iban los hidalgos con un palillo entre los dientes, aparentando haber comido cuando llevaban varios días sin probar bocado. Por mucho que queramos cambiar, creo que esa hidalguía (la parte negativa) se transmite a lo largo del árbol genealógico.

    Somos así y es parte de nuestra idiosincrasia, al igual que en Sevilla la gente pide créditos para montar la caseta en la feria y que no falte de nada. No tenemos un duro y echamos gasolina de 20 en 20 euros. Pero el ipad mini de 329 euros agotado en toda España.

    Feliz año.

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