jueves, 21 de febrero de 2013

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Pisos para entrar a vivir (y II)

El jueves pasado hicimos un repaso por el enrevesado lenguaje empleado por las inmobiliarias y cómo recurrián a los eufemismos más curiosos para evitar llamar a las cosas por su nombre. El tema daba tanto de sí que era mejor dividirlo en dos entregas y que estas fueran menos tediosas, así que continuamos con el tema.

En el fondo, quizás sea que las inmobiliarias nos quieren echar una mano evitando que cometamos el error de comprar la vivienda, y más en la época actual. Como no lo pueden decir abiertamente, nos mandan mensajes encubiertos intentando salvarnos del Anticristo.

Frente a hospital: lo que promete seguridad, en realidad significa ruido de sirenas de ambulancia, aparcamientos reservados donde nunca podremos estacionar y decenas de personas fumando en la acera impidiendo el paso al portal. Muy habitual que nos la vendan con la ya comentada, el pasado jueves, virtud del doble acristalamiento.

Zona ajardinada: una parcela donde está prohibido pasear, sacar al perro o tumbarse a leer un libro. Es de exclusivo deleite visual con unos gastos aproximados a los del Santiago Bernabéu en lo que respecta a  jardinero, agua, césped, poda, fertilizantes, etc.
Frente a colegio: Peor que frente a hospital. Globos llenos de agua que vuelan desde las ventanas de las aulas, vehículos todo terreno en doble fila sin conductor con sus dueñas charlando en la puerta de la escuela, tiendas de chucherías con precios que rozan la usura y los porteros automáticos de la zona achicharrados por las gracias de los chavalines.
Edificio representativo: Nos codearemos con la gente más pedante y deberemos entrar con la compra del Mercadona camuflada en bolsas del Club del Gourmet del Corte Inglés. Si la finca tiene ascensor de servicio, hasta que el portero se quede con nuestra cara, en más de una ocasión nos invitarán a desplazarnos en el montacargas.
Zona multicultural: Broncas a cuchillo entre españoles, sudamericanos, marroquíes, chinos, moldavos, etc. Si hay alguna corrala cerca, es muy posible que además tengamos la opción de apostar en peleas de gallos.
Loft: Nave industrial para parejas a las que no les importe ver a su amado empleando el inodoro en sus más escatológicas funciones. Tras una temporada en este infierno valoraremos los tabiques, y su intimidad, como si fuesen cuadros de Velázquez.
Piso en esquina a dos calles: Donde el viento da la vuelta. Si acercamos la mano a un enchufe, veremos como por sus agujeros sale un viento similar al de la tundra siberiana. Posiblemente nos encontremos a Jesús Calleja por la escalera. Si vive un matrimonio donde trabajan los dos, un sueldo irá para la hipoteca y el otro para la calefacción.

En zona de ocio, financiación del 100%, ideal despacho de abogados, bomba de frío y calor, piscina comunitaria... Las trampas son múltiples. Pero de entre todas las que se quedan en el tintero, yo me quedo con la de piso con muchas posibilidades. Porque quizá la mejor de todas ellas sea no comprarlo.

4 comentarios:

  1. Menos mal que no tengo pensado comprar piso en mucho tiempo, ¡qué pereza da tener que andar descifrando ls mensajes de los vendedores! Y también vale para los comerciales que venden los nuevos, y no sólo pisos. Siempre hay que tener en mente la máxima del buen comprador: no creer nada de lo que te dicen y sólo la mitad de lo que ves.
    Es cierto que cuando un anuncio lleva un comentario que comienza con las palabras "ideal para..." ya hay que desconfiar, porque realmente quiere decir "tiene tantas limitaciones que sólo vale para...". Como cuando el precio que piden por algo multiplica por 7 su precio justo: se añade "ideal para coleccionistas" y listo.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. Sí. Una cosa es comentar las virtudes de algo y otra es querer justificar lo injustificable, como lo de los lofts.
      Esa máxima la comentaba en su día Arias Paz en su magnífico manual de motocicletas: "a la hora de comprar una motocicleta de ocasión, de lo que se escuche nada, y de lo que se vea, la mitad."
      Aprovecho tu comentario de "ideal para coleccionistas" para la entrada del próximo jueves.
      Un saludo, Llorente y gracias por tu comentario.

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  2. Anónimo1/3/13 22:31

    ¡Caray! No había pensado nunca en la cantidad de cosas que se ocultan tras unas pocas palabras y que, en realidad, responden precisamente a lo contrario que anuncian. Esto me hace pensar en que los reclamos inmobiliarios son como aquellos antiguos charlatanes que iban por los pueblos subiéndose en su camioneta y vociferando las excelencias de sus mantas, elixires y cachivaches. Sólo que al revés: aquellos necesitaban horas y horas para cantar las bondades de lo simple y estos, cuanto menos palabras, más realidades complejas ocultan. Cuanto menos, curioso.

    RP

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    1. Desde luego. Hace diez años Noel daba tiempo al portero ni a poner el cartel de "se vende", y ahora hay que recurrir hasta a la técnica de los charlatanes, como bien apuntas.
      Un abrazo.

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