jueves, 25 de abril de 2013

7

Los anuncios de comida internacional

Una de las reglas de oro de la publicidad es la de transmitir credibilidad a través de los anuncios, y para ello hay que recurrir a estereotipos que resulten fiables. No tendrá el mismo resultado que nos anuncie un libro de mecánica de motos Ángel Nieto a que lo haga la ahora vapuleada Isabel Pantoja.

Particularmente, siempre me ha parecido curiosa esa búsqueda del plus de credibilidad empleando voces extranjeras para potenciar determinados productos, especialmente los de comida. Parece ser que los raviolis no tienen el mismo atractivo si los presenta un vallisoletano, en un perfecto castellano, a que lo haga alguien con acento napolitano, aunque luego sea de Villatobas o de Hornillos de Eresma. Y no digamos ya si los anuncia una italiana en toda regla, como hizo en su día Sofía Loren.

jueves, 18 de abril de 2013

5

La decoración de las consultas

Ni la Tate Gallery londinense, ni el Moma neoyorquino ni el Prado Madrileño. Si uno quiere ver arte en estado puro no tiene más que acercarse a la consulta del dentista, del notario o del podólogo y regocijarse con las obras de arte que cuelgan de la pared. Y además, no nos ponen pegas para hacer fotos.

Si hay un lugar que define la palabra eclecticismo ese es cualquier pared de una consulta. Desde al abogado de mayor renombre al dermatólogo recién licenciado, todos ofrecen en sus paredes unas pinacotecas donde comparten espacio extrañas acuarelas de gaviotas sobrevolando un mar de lava, junto con una curiosa pieza de fruta pintada al óleo que juega al despiste entre melocotón, manzana y sandía. Y ambos acompañados de un retrato de un metro por metro y medio de un payaso triste, acabado, con una flor marchita entre sus manos, quien, da igual dónde nos situemos, parece seguirnos con la mirada. La inquietud que necesitamos antes de entrar a que nos hagan una endodoncia.

jueves, 11 de abril de 2013

6

¿Qué ha dicho la radio?

La frase "¿qué ha dicho la radio?" fue muy habitual durante décadas. Lo que escuchásemos a través de ella nos valía. No hay más que recordar el 23 de febrero de 1981, que por algo se llamó la noche de los transistores. Pero ¿dónde ha quedado aquella radio con sus simpáticos anuncios, su información precisa y sus concursos?

La radio ya no es ni sombra de lo que era. Ahora prácticamente se basa en emisoras musicales, informativos basados en las agencias de noticias (lo que implica que todas ofrezcan la misma información), y programas nocturnos para compartir desgracias con insomnes, parados y opositores. O aburridas tertulias donde invitados de gran calibre, pseudo periodistas de la prensa rosa, dan lecciones de demagogia y recomiendan impunemente lecturas como la biografía no autorizada de Belén Esteban.

jueves, 4 de abril de 2013

11

¿Merecen la pena las rebajas?

Durante los periodos de rebajas compramos artículos con un descuento relativo sobre épocas anteriores. Si echamos cuentas, no sólo monetarias, de lo que hemos dedicado a la compra de esa prenda ¿habrá merecido la pena?
Muchas veces nos quedamos únicamente con una idea en la mente: la diferencia entre el precio original del artículo y lo pagado por ello. Haciendo esta lectura, no hay duda de que somos unos águilas del consumismo, pero si rebobinamos toda la escena, quizás no ha sido tan interesante como puede parecernos. Depende del valor que le demos al dinero y al resto de las cosas.

Supuesto en época de rebajas: el primer sábado de la temporada de descuento nos levantamos temprano para ir al centro comercial en busca de una camisa rebajada un treinta por ciento. Atasco en el desvío de la autovía que da acceso a dicho centro. Todo el mundo quiere beneficiarse de las gangas. Entramos en la tienda, que ya lleva abierta una hora, y encontramos el armagedón: jerseys tirados por los mostradores con las mangas al revés, camisas con los cuellos negros, pantalones de hombre en la sección de ropa interior femenina, colas interminables en la caja y empleados desbordados que con la excusa de "voy a ver si hay en el almacén" vuelven a los diez minutos con un fuerte aliento a tabaco y cara de circunstancias. Para colmo, no queda nuestra talla de la camisa.