jueves, 30 de mayo de 2013

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El boli, el cordel y la caja de ahorros.

Un bolígrafo de plástico, roto, viejo, mordido y sin capuchón, atado de la manera más cutre posible a un cordel de esparto, es un fiel reflejo de lo zafios y rastreros que pueden llegar a ser los bancos y cajas de ahorros. Lugares donde, paradójicamente, más dinero se mueve.

Muchos nos quejamos de que los bancos nos engañan, de que son unos estafadores, de que no juegan limpio, pero estamos confundidos. Las entidades financieras dejan clarísimas sus intenciones desde el momento en el que nos apoyamos en el mostrador y echamos un vistazo a nuestro alrededor.

Empresas como Banco de Santander, Caixa de Cataluña o BBVA, con beneficios de más de 1.600 millones de euros en un trimestre, tienen la osadía de crear textos publicitarios como "Queremos ser tu banco" o "Tú eres la estrella" y al mismo tiempo ofrecernos un bolígrafo de plástico, en un estado deplorable, para que firmemos nuestra propia sentencia a cadena perpetua. Sentencia con grilletes y bola de 30 kgs.en forma de préstamo personal, con intereses que rozan la usura, o con condenas en forma de hipoteca a cuarenta años y un día.

jueves, 23 de mayo de 2013

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Premium y Etiqueta negra

Es tal nuestro consumismo , y el ciclo de los productos tan efímero, que buscar un nombre que sea sinónimo de calidad en el menor tiempo posible es muy complicado. Así que hay que recurrir a adjetivos que, de algún modo, estimulen el proceso.

Vega Sicilia, Chivas Regal, Sebago, Louis Vuitton, Cohibas, Omega o  BMW respiran calidad. Su fama es merecida, pues ha sido ganada a base de esfuerzo, tesón y preocupación por los detalles. El tiempo ha sido justo juez, determinando que esos artículos merecen la pena y también quien ha permitido aumentar el precio de los mismos año tras año, pues lo bueno suele ser caro, aunque a la larga no lo sea tanto.

jueves, 16 de mayo de 2013

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Los clubs de carretera

Si hay un sector que ha sabido posicionarse y ser conocido sin necesidad de invertir en grandes señalizaciones, ese es de los clubs o pubs de carretera. Algo han hecho muy bien para que no haya confusión. Ni siquiera los niños, ajenos a lo que se cuece dentro, hacen mención a parar allí, por mucho que se estén haciendo pis.
Este tipo de locales sabe que, como si fuese el juego de la ruleta de la fortuna, sólo es necesario comprar tres consonantes y una vocal: C, L, B y la U. A partir de ahí, montar un par de fluorescentes rosas y verdes, y a trabajar. Ese rótulo y esa combinación de colores deja claro que  ese no es el sitio indicado para parar a estirar las piernas con la mujer y los niños, pues de estirar las piernas ya se encargan las chicas que hay dentro.

jueves, 9 de mayo de 2013

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Museos del Jamón y Paraísos del Café.

Gran verdad es la del refrán "Dime de qué presumes y te diré de qué careces". Basta que alguien presuma de algo para que nos inspire cierta desconfianza y que, habitualmente y por desgracia, el tiempo nos acabe por dar la razón.

Un ejemplo claro, y siguiendo con esta etapa gastronómica del blog, la encontramos en aquellos sitios que en su nombre presumen de algo y que, finalmente, suele alejarse bastante de lo esperado. De nuevo caemos en eso tan peligroso que es exagerar algo, aumentando las expectativas del consumidor, quien cuando se encuentra con la realidad, inferior a lo esperado, sufre la decepción.

jueves, 2 de mayo de 2013

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El nombre de los restaurantes

Poco a poco se van perdiendo las costumbres y cambiando las modas. Una de ellas era la de llamar a los restaurantes con un nombre rimbombante, largo, y de varias palabras. Que denotase poderío y buen hacer.

Lejos quedaron aquellos días de Casa Pepe, Casa Juan, Casa Paco y demás. Poco a poco fueron cayendo en el olvido. Aquellos cuartos de baño, con una cuerda de esparto a modo de tirador de la cadena y un bote de Mistol recortado haciendo las veces de cubilete para la escobilla dejaron paso a elegantes puertas de madera y brillantes sanitarios de donde las moscas huían dando la batalla por perdida. 

Llegó la hora de acondicionar el patio trasero, que hasta entonces había sido tendedero de blancos lienzos con eternos cercos de vino, campo de juegos de perros y gatos sin collar ni microchip y garaje improvisado de triciclos y bicicletas. Todo fue sustituido por atractiva piedra de pizarra, un carro de arrastre en madera de pino y roble, tinajas de barro de 50 litros y todo tipo de aperos de labranza de principios del siglo pasado. Y se llegó a la conclusión de que toda esa exclusividad no podía convivir con términos tan comunes como Casa Manolo o Restaurante El Cruce.