jueves, 20 de junio de 2013

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Autobús, metro y ventanas rotas

Si uno tiene una posición económica elevada y puede permitirse pagar las altas tarifas del metro, autobús o tren de cercanías, verá que las instalaciones son verdaderas obras de ingeniería en contra del vandalismo. Está estudiado para que incluso los más salvajes se aburran.

En 1969 se llevó a cabo un proyecto en EE.UU. llamado ventanas rotas donde se hizo lo siguiente: se dejaron en la calle dos coches de la misma marca, modelo y color. Uno en el Bronx, zona pobre de Nueva York, y otro en Palo Alto, California, zona residencial y de pasta. El coche del Bronx fue rápidamente desguazado y no quedó ni el cenicero. El coche de Palo Alto se mantuvo intacto. Continuando con el experimento, se rompió un cristal del coche de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx. Es decir, que al final todos somos iguales y lo único que hace falta es que nos toquen un poco las palmas, al estilo californiano.

 
Si observamos estos medios de transporte veremos cómo se ha hecho todo un ejercicio de diseño, donde lo que prima no es la comodidad, sino evitar el salvajismo. Hemos pasado de vagones nobles, con piezas de madera, asientos de piel y tela, asideros de cuero y demás materiales de calidad, a diseñar cápsulas antivandalismo, donde prácticamente no se puede cometer ninguna fechoría. Y es que si hay algo que moleste a un cerdo es la falta de suciedad, al igual que a un vándalo encontrarse todo de una pieza. Como no haya algo que mínimante les recuerde su condición de animal (una madera arrancada, bombillas accesibles para romper, un asiento rajado, una ventana rota, una mancha perpetua en la pared, etc.) no están a gusto, y necesitan salir de allí cuanto antes, para refugiarse en la comodidad de su piara o su tribu.

Así que da igual que los golfos sean de Palo Alto, el Bronx, barrio de Salamanca, Pan Bendito (si no me lo das te lo quito), Pedralbes o el Raval. El caso es que nos vemos viajando en transportes futuristas, feos, impersonales y sin ningún encanto. Pero más difíciles de dañar o, por lo menos, más sencillos de limpiar.

6 comentarios:

  1. Eres muy observador, teniendo en cuenta que de uso del transporte público creo que andas más bien escaso. Pero tienes toda la razón. Recuerdo los microbuses de Madrid, aquellos "pedos amarillos" con sus mulliditos asientos azules en los que me pasé la mitad de la infancia y toda la adolescencia, y en los que todo el mundo se sentaba mirando hacia delante, que no sé quién decidió que en el transporte público algunos tenían que ir sentados en contra de la marcha y otros de lado.
    Es curioso que en el fútbol ha pasado todo lo contrario de lo que describes para el transporte público: de gradas corridas de hormigón resistentes a martillos neumáticos se ha pasado a asientos de plástico atornillados que son las delicias de aquellas aficiones que no admiten un fuera de juego o un penalti en contra.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. Bien sabes que no soy usuario habitual de transporte público, y supongo que esa condición de viajero ocasional es la que me ha permitido hacer esta reflexión.

      Respecto a lo del fútbol, por el precio que pagamos, hasta que no pongan asientos calefactados como los de los banquillos, yo ya no renuevo el abono.
      Un saludo.

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  2. Sí, y la gente que pone los pies en los asientos(cuando son de 4 enfrentados normalmente) en los que luego viene alguien a sentarse. Y que lo hacen con toda la naturalidad del mundo... claro, porque no.

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    1. Hay gente que debe pensar que lo de los asientos enfrentados no son eso, sino reposapiés. El problema es que ninguno decimos nada porque si no, tenemos bronca. La educación es un valor completamente en desuso.

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  3. A mí lo que me da mucha pena es que se incurra en estas antiestéticas soluciones solo por culpa de una muy pequeña minoría de cafres. Considero que saldría más barato invertir en unas adecuadas medidas de represión del vandalismo (se me ocurren varias bastante expeditivas)y así los ciudadanos normales podríamos disfrutar de un entorno algo más agradable y no tan "funcionalorro" en el transporte público.

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    1. De acuerdo en que el vandalismo es fácil de erradicar. Por mucho menos de lo que cuestan los destrozos, tendríamos a mucha gente fuera del paro y un transporte público de calidad, elegante y seguro.

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