jueves, 30 de enero de 2014

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Quitar un juguete a un niño

El Gobierno vasco propone limitar el fútbol en el patio de los colegios para evitar la violencia sexista. Semejante despropósito es para preguntarse si realmente, tanto votantes como votados, estamos preparados para convivir en un sistema democrático.

Resulta que esta genialidad tan progre no es nueva, y que ya lleva funcionando algún tiempo en una escuela de Barcelona, donde tienen "el día sin pelota", que es todos los jueves. A los niños les quitan el balón para que, supuestamente, disfruten con los juegos de las niñas. Esto es una gilipollez como poner el "día sin jamón ibérico" para que valoremos lo ricas que están las acelgas hervidas.

La escuela esta, que por cierto, no hay Dios capaz de ver su web en castellano, será muy moderna, pero robarles a los chavalines su modo de diversión habitual y obligarles a ponerse a jugar a las muñecas, a hacer cocinitas o a saltar a la comba es tan penoso como poner a una niña de trenzas y falda de tablas en la portería a parar penalties durante la media hora de recreo: un sufrimiento innecesario.

Los educadores tendrían que estar agradecidos al fútbol callejero y de recreo. Es una actividad (independientemente de sexos) en la que se hace ejercicio físico, evitando la obesidad ahora tan en boga, se aprende a tomar decisiones rápidas, se prepara para trabajar en equipo, se enseña a ganar y a perder, se forma el espíritu de esfuerzo, se desarrollan los líderes, se va adquiriendo una personalidad.... y de paso, durante un rato se mantienen apagadas las consolas.

Como esta parida salga adelante, de aquí a unas décadas nos encontramos celebrando "el día de usar el cerebro", que será la excepción al resto de los otros 364. 

martes, 28 de enero de 2014

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Hemoal, Vagisil y otros ungüentos

Aunque el próximo jueves publicaré la entrada semanal habitual, hoy martes me salto el protocolo para comentaros que he publicado una entrada a modo de colaboración en un blog amigo por si a alguno os apetece leerlo. 

Obviamente, trata acerca del título que habéis visto y lo podéis encontrar aquí: La Pluma Viperina

¡Hasta el jueves!



jueves, 23 de enero de 2014

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Aprender a tocar un instrumento

Los españoles somos muy dados a eso de aprender a tocar de oído, dejando el solfeo para los raros, y de ahí que nos tire mucho la guitarra pachanguera, la pandereta, los tunos, los cantautores y otras torturas. Pero la música, bien entendida, es toda una lección de cultura y sensibilidad.

Si uno tiene la suerte de pasear por ciudades centroeuropeas verá como todo está tocado por la música. Se vive desde que se nace, y a diferencia de aquí, donde la música clásica está reservada para una minoría de oído fino y cartera más gruesa, tirando para el norte vemos cómo la gente desde muy temprana edad conoce, valora y disfruta el violín, la tuba, el fagot, la flauta y el contrabajo.

Aprender a tocar un instrumento debería ser obligatorio en las escuelas. Desde primaria hasta la universidad. Gracias a ello, curso a curso, entre corcheas y sostenidos aprendereríamos un nuevo lenguaje. El solfeo educa nuestro oído. Nos ejercita en la difícil tarea de respetar el turno de los demás, nos enseña a disfrutar de la sensación del trabajo en equipo, y aprendemos que la unión hace la fuerza de un modo diferente al ocurrido recientemente en el barrio de Gamonal...

Alguien sentado en la calle, con un plato con varias monedas a sus pies, parece entregado a perpetuidad a esa acción. Pero alguien en la misma situación, tocando un saxofón, un violín o un chelo, no está pidiendo una ayuda, sino una tregua. Su lenguaje, desconocido para una gran mayoría, le dignifica.

Seguro que si muchos hubiésemos aprendido solfeo, este nos habría avisado con tiempo de la amenaza de reggaetones, hip hops, pitufos makineros y demás infiernos sonoros.

jueves, 16 de enero de 2014

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Gastromorriña

Curiosa la campaña de la marca Osborne de las pasadas fiestas. Visto que la mitad de los españoles que merecen la pena han tenido que tomar las de Villadiego, Munich, Londres o Chile, hicieron un concurso y les mandaron suspiros de España en forma de jamón del bueno y botellas de anís.

Si lo de emigrar ya es duro por dejar a la familia, los amigos y los amores, la sensación de soledad alcanza cotas inimaginables cuando uno se sienta a la mesa y descubre que el plato estrella es una coliflor cocida con guarnición de guisantes hervidos y pan de pita para empujar. Todo acompañado de un sugerente zumo de ocho vegetales. Un empujoncito al suicidio como otro cualquiera. Normal que a esa sensación la hayan llamado gastromorriña.

Encontrarse en semejante situación y recibir, sin esperarlo, sobres de jamón Cinco Jotas cortado a mano y botellas de anís o de Magno reserva, tiene que ser para saltarse las lágrimas, y más en unas fechas como esas donde mientras los de allí tragaban codillo y repollo, nosotros aplicábamos la ley del pobre ante el cordero asado, los carabineros a la plancha, las sopas de marisco y demás manjares.

Osborne ya se lució de por vida con el toro en las carreteras, y es de agradecer empresas que sigan haciendo patria y que se ponen en la piel de los que están fuera a la vez que hacen marca, pues ya dice el refrán "cuando comas fruta, acuérdate de quien la siembra".

jueves, 9 de enero de 2014

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La hora de guardar el abeto

Qué gran contraste el que hay entre la alegría del día de montar el abeto y el belén, y la tristeza y melancolía del día que lo quitamos. Una especie de resaca en forma de figuritas de barro y bolas doradas que cuesta un rato superar.

Quitar el árbol de Navidad y el Belén es un ejercicio de una gran pereza. Por este motivo, hay gente que el mismo seis de enero por la tarde, una vez recibida la visita de los Reyes, y puesto el zapato de nuevo en su armario correspondiente, procede a guardarlo en el trastero lo antes posible. Y es que no hay nada más decadente que ver pasar enero con el
árbol en el salón, con sus luces apagadas, las guirnaldas en retirada y los restos de tierra alrededor de la maceta. Recuerdos de lo que fue y ya pasó.
Mediados de diciembre es como cuando se empieza a salir con una novia. Todo lo bueno está por llegar: montar el árbol entre varios, buscar huecos en la agenda donde cuadrar todas las citas pendientes, intercambiar lotería, recibir participaciones, comprobar en los movimientos del banco que la paga extra mantiene su puntualidad británica, apuntar horas de aterrizaje de amigos y familiares, ilusiones por reencuentros esperados, localizar el regalo perfecto para una persona especial, niños desbordando alegría contagiados de la hiperactividad de los adultos....

Y el día siete sufrimos nuestra pequeña derrota de Napoleón en Waterloo. Bola a bola, y figurita a figurita, vamos recordando los días pasados, con una mezcla de nostalgia por lo que ya pasó y de remordimiento por lo que podríamos haber evitado y que nos va a costar unos meses eliminar de nuestra cintura.

Afortunadamente la sensación dura poco, pues arranca el momento de los eternos retos: dieta, inglés y tabaco.

jueves, 2 de enero de 2014

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Mandarinas por uvas

Últimamente se ha puesto de moda la chorrada de cambiar costumbres que no molestaban a nadie. Hábitos que no habían recibido queja alguna parecen tener su fin a la vuelta de la esquina.
 Ahora resulta que los agricultores de Castellón quieren que eliminemos las uvas de Nochevieja y que tomemos gajos de mandarina. El egoísmo de querer tirar por tierra una tradición nacional de más de cien años, a costa de que unos señores quieran potenciar los productos de su tierra para sacar tajada es, cuando menos, descomunal.

Con el mismo derecho llegarán los extremeños con doce rodajas de chorizo, los asturianos con tragos de sidra, los andaluces con sorbitos de gazpacho y los madrileños con trozos de rosquilla. Y cuando ya hayamos perdido la costumbre nacional