jueves, 20 de marzo de 2014

3

Charlando en el telediario

Esta semana la entrada corre a cargo de un mordaz crítico, amigo y habitual de este blog: Llorente.

Uno, que de pequeño aprendió que no estaba bien inmiscuirse en conversaciones ajenas, no puede dejar de sentirse incómodo cuando, con la sana intención de informarse sobre lo que acontece en el mundo, atiende a los noticiarios de los distintos canales de televisión.


- Buenos días, Juan, ¿cómo está la situación en Ucrania?
– Hola,  Luis, aquí están a punto de pegarse.


¿Juan? ¿Luis? ¿Realmente se olvidan de que a quien se deberían dirigir es a los espectadores, a los que no sé qué hueco nos queda en este diálogo? Tal informalidad y mal entendida naturalidad puede explicar el empleo de palabras cuyo uso nos acarreaba a los de mi generación una regañina de nuestros mayores, como “cabrear”: decir que los representantes sindicales han salido “cabreados” de la reunión con los directivos, señora reportera, no está bien. Y puede explicar igualmente que estos periodistas-presentadores hayan olvidado pedir perdón cuando tosen o se equivocan. Uno, de pequeño, también aprendió que cuando está hablando y la garganta le juega una mala pasada en forma de tos o carraspeo, dice “perdón” y continúa su discurso. Y lo mismo cuando se equivoca:

- Rajoy ha asesinado hoy a Hollande…, lo ha recibido, quería decir.

¡Pues si lo quería decir, haberlo dicho! Pero si se ha confundido, no cuesta tanto añadir un “perdón “para disculparse ante el oyente que se ha tragado el yerro.

No debería haber problema para corregir estas cosas con facilidad, dada la enorme capacidad de aprendizaje y adaptación que han demostrado los presentadores de informativos, especialmente los del tiempo. Si profesionales de 40 ó 50 años que desde que aprendieron a hablar decían “Gerona” y “Lérida” pasaron de la noche a la mañana a decir “Girona” y “Lleida” sin despistarse ni una, pueden también aprender estas otras cosas, que son igual de fáciles. Desconozco los métodos utilizados en el cambio de los topónimos, quiero suponer que no se llegaría a coacciones o amenazas de despido, pero lo que está claro es que han demostrado ser altamente eficaces y que pueden ayudarnos a mejorar nuestros servicios informativos.

3 comentarios:

  1. Buenísimo, Llorente. Estoy totalmente de acuerdo. Lo de la charla entre reportero y presentador es muy típico y yo creo que está copiado del estilo radiofónico.

    Lo de Lleida y Gerona, genial. Por cierto, yo entiendo que hay errores que no pueden jamás permitirse impunemente a ciertos profesionales. En el régimen anterior al que felizmente nos dimos en 1978 a los presentadores de telediario que se confundían o trabucaban, es detraían una pequeña cantidad de su sueldo por cada error. Así nunca se confundían.

    Es curioso como el nivel de los informativos ha ido bajando a la vez que (teóricamente) ha ido incrementándose la formación académica y cultural de la población. ¿Cómo nos explicamos esto?

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho el post, salvo la conversación entre el reportero y el presentador, que lo veo que como algo normal, todo lo demás me parece bastante acertado. A veces me parece que soy muy puntillosa con algunas cosas del estilo, por ejemplo cuando vas en coche y cedes el paso a un peatón no te de las gracias, o que si el vecino te cierra sin darse cuenta la puerta del portal en las narices no te pida perdón... se han perdido esas cosas...

    ResponderEliminar
  3. Al Neri, tiene razón en que hay errores que no se pueden permitir. Un presentador, por ejemplo, no puede decir "andó" por "anduvo", y eso lo he oído yo. Desconocía lo del descuento en las nóminas por equivocación, pero quizás por eso un señor detrás de una mesa que no le cubría ni las piernas se sentía más responsable de lo que decía. Que la formación académica ha crecido es indudable; que en calidad lo haya hecho en la misma proporción que en cantidad, ya no me atrevería a afirmarlo.

    Aprendiz, en lo de las conversaciones, a veces se pasan con el colegueo, y es cuando parecen olvidarse de que se deben a un oyente que les está prestando su atención. Muy interesante su apreciación sobre "esas cosas", que, al final, nos hacen la vida cotidiana un poquito más agradable.

    Gracias por sus comentarios.

    ResponderEliminar