jueves, 6 de marzo de 2014

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El desconocido mundo del intermitente

Poco se puede esperar de aquel ser que, a los mandos de un vehículo, es incapaz de realizar el mínimo desgaste físico exigido para indicar cuál es su camino a seguir. Confiemos en que la naturaleza le ponga en su sitio.

Se puede conducir mal, bien, regular, rápido, lento, brusco, con prudencia o con riesgo. Cada uno de los modos elegidos tendrá sus consecuencias. Pero lo que no se puede permitir es la falta de educación y la norma elemental de advertir hacia dónde se dirige uno. No emplear los intermitentes debería ser sancionado con la retirada inmediata del carnet de conducir, y los infractores obligados a trabajar sin sueldo como acomodadores de cine o en una mina de carbón, para que vean la importancia de algunas lucecitas.

Un individuo que no emplea la palanquita de dirección solo se puede entender de dos formas: la primera es que es un egoísta incívico al que no le preocupa en absoluto el que está enfrente ni el que tiene detrás. Afortunadamente, de vez en cuando se hace justicia y su falta de señalización obliga a que el camión de seis ejes que venía a continuación no tenga tiempo de frenar y sus treinta toneladas solucionen el problema para siempre.

Y la segunda es que sea un animal de bellota que no sabe ni lo que es un intermitente, ni la necesidad de señalizar la maniobra ni, básicamente, el porqué de andar dando vueltas al volante o para qué sirve esa luz roja que se enciende al pisar el freno. Igual de peligroso que el anterior, pero con la excusa de que lo hace sin conocimiento, ejemplo claro del éxito de los exámenes de conducir en España.

Una posible solución pasaría por avisar a la policía, pero cuando vemos que los agentes de tráfico son los primeros en cometer la infracción, poco más nos queda que agarrarnos fuertemente al San Cristóbal.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Todavía recuerdo, de niño, cuando mi padre o mi madre decían: "ese se ha dejado el intermitente en casa" o "¡no pongas el intermitente, no se te vaya a gastar! Y, ahora, con casi 20 años conduciendo, repito esas frases porque muchos siguen sin usarlo.

    Relacionado con esto, le propongo una entrada hablando de "El desconocido mundo del carril derecho".

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    1. J, tomo nota de su propuesta, pues todo aquello relacionado con las costumbres del automóvil me merecen gran interés, como podrá haber visto en otras entradas. Un saludo.

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  2. Anónimo6/3/14 13:31

    Básicamente, el problema viene de pensar que uno va por calle solo o, en cualquier caso, con más derechos que los demás. Por eso no entienden que el intermitente está para "avisar" de que van a frenar, no para "explicar" el motivo del frenazo. Lo cual lleva a aberraciones como la que vi el otro día: un gañán que se salta la salida en una rotonda ¡y se para y da marcha atrás! ¡En una rotonda! Con lo fácil que es dar una vuelta más y asunto arreglado.
    Apoyo la propuesta de J sobre el carril derecho, ese infernal lugar que algunos evitan a toda costa.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. Buenísimo lo de la rotonda. Haciendo de abogado del diablo, tal vez ese conductor vio menos peligro en recular que en meterse en un bucle de los que debido a la inutilidad de los demás, es prácticamente imposible salir. Un saludo.

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  3. Pa´que vas a ponerlo, que mire el de atrás pa´donde giran tus ruedas delanteras, que hay que ir atento a la conducción. El intermitente lo debió inventar alguien que no tenía nada mejor que hacer...amos Richal dale caña!!!

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    1. Sí, quizás sería mejor no llevar intermitentes. De ese modo, todos jugaríamos bajo las mismas reglas y sabríamos a qué atenernos. Un saludo.

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