jueves, 30 de octubre de 2014

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Esto es Halloween

El encargao ha recibido una inspección de trabajo y se ha visto obligado a contratar a otro mancebo, por lo que, además de Carlos T, ahora Llorente también llevará bata azul para, de modo habitual, intentar sacar adelante este blog que tantos ingresos B y tarjetas opacas genera. Bienvenido, Llorente.
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Si no era suficientemente duro el final del mes de octubre, el ritual del cambio de hora y el incipiente asomo de los adornos navideños en los centros comerciales, por sí solos ya temibles, han venido a reforzarse con esa catástrofe cultural que conocemos con el nombre de Halloween.

En el caso de esta fiesta de monstruitos y golosinas, creo que no hemos reflexionado aún con la suficiente pausa sobre el alcance de perder el verdadero significado del Día de Todos los Santos, porque el gusto por la novedad y por todo lo que suponga romper con la tradición tiene la cualidad, en ocasiones virtuosa, en otras perniciosa, de hacernos olvidar lo que dejamos atrás.

Sin ánimo de aguarle la fiesta a nadie, quizás sería bueno que un niño supiera que esa celebración que él aprovecha para pedir caramelos con un disfraz que simula que se le están saliendo los sesos por un lado de la cabeza, realmente debería servir para recordar, por ejemplo, a unos abuelos a los que no hace tanto tiempo que ha perdido.  Resulta sorprendente observar cómo la concepción de los difuntos ha pasado, en el corto tránsito entre tres generaciones, del recuerdo entrañable y recogido de los ausentes a la ridícula jarana de zombies y dráculas.

Tanto, que un niño de ahora no reconoce en el calendario otra cosa que no sea Halloween en la víspera del 1 de noviembre. No en vano lo lleva celebrando desde la guardería, tanto o más que la Navidad o el Día de la Madre. Pero no todo estará perdido si, mientras recuenta los caramelos que ha recogido por ahí y le limpiamos la sangre de pega de la cara, le explicamos que el motivo de que al día siguiente no tenga colegio no es Frankenstein, ni el Hombre Lobo ni la Bruja Piruja.

Así, nos quedará la esperanza de que los últimos días de todos los futuros meses de octubre seguirán contando con los cambios de hora, los precoces productos navideños, la noche de Halloween y los artículos escritos para criticarla.
Llorente.

4 comentarios:

  1. La única razón del Halloween es el interés de los comerciantes, que se junta con el deseo de la gente de romper la monotonía y hacer un poco el chorras. Para los que así lo desean, participar en esta fiesta estúpida es perfectamente compatible con celebrar los católicos Día de Todos los Santos y Día de Difuntos, y los que no celebran estas festividades no creo que sea por culpa de Halloween.

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    1. Totalmente de acuerdo en cuanto a la compatibilidad, señor Neri. Pero quizás, en muy poco tiempo, estemos pasando de una generación que ni había oído hablar de Halloween, a través de otra que conoce y vive las dos celebraciones, a una tercera para la que la verdadera festividad religiosa comienza a desvanecerse entre disfraces y caramelos. Y si tenemos que esforzarnos por recordarlo, es que vamos por mal camino.

      Gracias por su aportación.

      Saludos cordiales.

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  2. Gracias por la bienvenida, jefe. Y por el contrato temporal y la media hora para el bocadillo. Espero corresponder a su confianza.

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    1. ¿Contrato y bocadillo? ¿Pero usted cree que estamos en Dinamarca o Noruega? Empieza usted con mal pie, Llorente.

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