jueves, 8 de enero de 2015

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Campanadas publicitarias

Por Llorente
Uno de los momentos estelares de 2014, que por la hora en que se produjo lo será también de 2015, fue la memorable pifia de Canal Sur en Nochevieja. Televisión Española, en 60 años de historia, apenas ha sido capaz de confundir los cuartos con las campanadas, una inocente chiquillada al lado de la casi insuperable proeza del canal andaluz.

Afortunadamente, algunas familias, en un alarde de generosidad y buen humor, han compartido ese momento con todos nosotros para ilustrar con ejemplos reales el efecto que la “canalsurada” causó en numerosos hogares al sur de Despeñaperros.

Pero más allá de la impagable anécdota, me ha llamado la atención hasta qué punto nos estamos acostumbrando al excesivo intrusismo de la publicidad para que a falta de diez segundos para el nuevo año nos pongan un anuncio, no nos sorprenda y nos quedemos con la mirada fija en la pantalla confiando en que en algún momento arrancará la primera campanada mientras el segundero del reloj del salón va ya por el medio minuto.

Ya es habitual en la salida de las competiciones del motor que justo antes de que el semáforo se ponga verde nos calcen un anuncio de última hora. En otros ámbitos televisivos, es frecuente que, tras siete minutos de publicidad, la emisión se reanude con el presentador vendiéndonos un champú, tras lo cual simplemente se despide, se acaba el programa y nos deja con cara de tontos por haber estado esperando para nada.

Tras ocuparse las camisetas de los equipos deportivos, ahora se venden los nombres de los estadios y las salas de conciertos, también las líneas y estaciones de metro… Una vez que la publicidad ha invadido hasta las doce campanadas, cualquier cosa es posible.

¿Hasta dónde llegarán los publicistas? ¿Consejos del Ministerio de Sanidad en las lápidas? ¿Anuncios de prestamistas en los billetes de veinte euros? ¿Teléfonos de profesores particulares en las notas del colegio?

Por si acaso, aprovecho para anunciar que en la pared de mi salón queda un huequecito de 50 por 30 centímetros ideal como pequeño espacio publicitario que ofrezco a buen precio. Y yo lo veo todos los días.

3 comentarios:

  1. Lo de las líneas de Metro me parece una vergüenza que en la denominación de las estaciones aparezca ahora el nombre de una compañía de telefonía. Es un insulto a los ciudadanos y al concepto de servicio público muy propio del Partido Popular, cuya gestión en los ayuntamientos que yo conozco me parece patética. En mi ciudad, por ejemplo, desde la entrada en vigor de la Ley del Tabaco, Ayuntamiento ha otorgado a los establecimientos de hostelería unas licencias que les permiten invadir toda la calzada con sus terrazas cerradas, jodiéndonos a todos el paseo y la vista.

    Reivindico unas normas publicitarias restrictivas de las formas y los contenidos, en las que, por encima de toda otra consideración, primen los intereses generales y se proteja al consumidor de la rapiña de los comerciantes, por desgracia amparados por unos políticos que solo piensan en hacer caja.

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  2. Eso les pasa por ver las campanadas en Canal Sur. Me ha gustado mucho la entrada. La publicidad nos tiene acorralados, por todos lados. Ves un vídeo de youtube y cada X tiempo te meten el anuncio que te lo tienes que tragar, aunque al menos es solo uno, porque yo por ejemplo ya no veo la tele ni pelis por la tele porque paso estar tres horas pegada a la pantalla para una peli que dura hora y media. O abres una página en Internet y se te abre una ventana más grande que tu propia pantalla con un anuncio; lo intentas cerrar y se te abre de nuevo... Alguna vez he pensado que llegará un momento en que la publicidad no nos deje navegar por Internet.

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  3. Al Neri, Coincidimos en que es una vergüenza lo del Metro. Sólo tendría una justificación si repercutiera en la gratuidad del servicio para el ciudadano, pero desgraciadamente ese dinero acaba diluyéndose en un presupuesto sin llegar a agradecerlo el precio del billete.
    Que haga falta una legislación más restrictiva refleja la mala praxis de los publicistas y de los que regulan los servicios que los contratan, porque con buena voluntad no haría falta legislación.

    Aprendiz, yo también he empezado a ver películas que no he terminado, aburrido de las pausas publicitarias, prefiero grabarlas y verlas en otro momento para poder saltar los anuncios. Muy acertado lo de Internet, a veces hay que jugar al gato y al ratón para evitar pinchar en anuncios que te persiguen.

    Saludos.

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