jueves, 22 de enero de 2015

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Incierta libertad de dudosa expresión

Por Llorente.
Después de los empachos propios de las fiestas recién pasadas, un nuevo hartazgo nos ha saturado este enero al oír hablar incesantemente sobre una cosa que llaman libertad de expresión, que parece ser que estos días ha sido atacada, cuestionada, criticada, defendida y martirizada.

Que un país capaz de meter en la cárcel a un librero por el delito de vender libros defienda exacerbado la libertad de expresión de otros y se llene de carlitos, me confunde. Consciente de mis limitaciones, reconozco que me gustaría ser más inteligente de lo que soy para alcanzar a comprender ciertas cosas, porque mi espíritu ansía el conocimiento que mi limitado entendimiento no es capaz de regalarle.

Por eso no me explico que sea condenable por xenófobo poner motes cómicos a los extranjeros mientras que es libertad de expresión, y sentenciado por un juez, que se silbe e insulte un himno nacional en un estadio de fútbol. O por qué el mismo que se ampara en esa libertad para señalar con el dedo a un deportista y gritar “¡Eta, mátalo!”, no puede llamarlo “mono” sin ser expulsado por racista, pero sí “maricón” sin que se le recrimine su homofobia (palabra esta que, por cierto, siempre he creído que debería significar “aversión a las cosas que son iguales entre sí”). O cómo puede ser legal ondear banderas separatistas mientras que se califica como anticonstitucional el escudo que aparece en la portada de la Constitución. ¿Y alguien puede aclararme cómo es posible que los mismos que defienden ahora las irreverentes portadas de cierto semanario francés, se feliciten porque son condenados los humoristas que parodian a sus compañeros de partido? ¿Y por qué es censurable llamar “moro” a un musulmán, pero no lo es el ultraje de sus más sagradas creencias? Sin entrar a juzgar qué está bien o qué está mal, lo que no entiendo es el criterio para que unas cosas sean sí y otras sean no.

Tras tantas dudas y reflexiones, llego a la conclusión de que me alegro de no tener que definir qué es exactamente la libertad de expresión en la sociedad contemporánea, porque no tengo ni idea. Sólo intuyo que pasa con ella algo parecido a la desaparición de la censura en el cine español de los setenta: ¿tanto pedirla, tanto desearla, tanto esperarla, para luego hacer esto?

4 comentarios:

  1. Efectivamente homofobia es una palabra absurda e incorrecta etimológicamente hablando. Sería correcto homosexualófobo o algo así.

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    1. Sí, es una palabra que me sonó rara desde la primera vez que la oí. Parece ser que tomada del inglés, otra más.

      Un saludo.

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  2. La libertad de expresión la dicta el sentido común, pero como ya no lo hay.

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  3. Efectivamente, el sentido común y el respeto, y no sé de cuál de los dos hay menos.

    Gracias por su comentario, Aprendiz.

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