jueves, 19 de febrero de 2015

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Juegos de recursos humanos

Por Llorente
En países con un alto índice de desempleo como el nuestro, los servicios de recursos humanos alcanzan una peligrosa influencia no sólo dentro de sus empresas, sino en el ámbito general de la sociedad y, especialmente, entre los poderes que manejan los hilos de nuestra existencia (al menos, la laboral).

Debe de ser esa sensación de creerse superiores al resto de ciudadanos la que lleva a los entrevistadores a incurrir en acciones sin sentido como, por ejemplo, el pedir a un profesional con veinte años de antigüedad en su sector y con resultados contrastables que dibuje a un tipo bajo la lluvia o un árbol. Sin seis millones de parados contextualizando el asunto, a más de un técnico de recursos humanos le habrían hecho tragarse el folio sin sal ni nada.

Y muchos aspirantes a algún puesto de trabajo se habrían dado la vuelta en dirección a su casa nada más ver que, antes de preguntarles por su vida laboral o su formación, lo que les solicitan es que señalen con qué se sienten más o menos identificados entre una lista de adjetivos sacados de un diccionario de sinónimos y antónimos; o habrían descartado tal empresa para trabajar en ella al intuir que van a ser valorados en función de que a preguntas como “¿ha sido impuntual alguna vez en su vida?” contesten “nunca” o “sí, confieso, una vez con diez años llegué tarde al cole”.

En el fondo, subyace la excesiva presuntuosidad de tecniquillos de ciertas ramas incapaces de reconocer que ciencias exactas, lo que se dice exactas, son sólo las Matemáticas. La Sociología y la Psicología no lo son. Por eso, dos más dos son siempre cuatro, pero un árbol dibujado con unas raíces bien gordas no tiene por qué significar que su autor tiene unos impulsos sexuales intensos y reprimidos y va a acosar a todas sus compañeras; quizás, el improvisado artista se ha tropezado esa misma mañana con una raíz que sobresalía del asfalto y aún la tiene en la cabeza porque le duele el pie.

Lo trágico, en estos casos, tiene dos vertientes. Una, que las Ciencias Sociales experimenten sus jueguecitos con seres humanos que no quieren someterse a ellos; la segunda, que alguien se pueda quedar sin un empleo por criterios tan mezquinos como los que acabo de ejemplificar de manera mínima.

4 comentarios:

  1. Los psicólogos son unos cantamañanas y, sin duda alguna, los profesionales menos idóneos para hacer entrevistas de trabajo.

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    1. Señor Neri, si alguna vez necesito resumir un texto de cuatrocientas palabras en una sola frase, sin duda recurriré a usted.

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  2. La verdad es que nunca he hecho una entrevista de trabajo y me suena a nuevo lo que cuentas, pero conozco gente que ha ido al psicólogo para preparar una entrevista.
    Si eso es así, yo tendría que ir también al psicólogo a prepararme la entrevista, porque conociendo mi peligrosa espontaneidad, le soltaría que esas preguntas me parecen absurdas. Pero no sé, quizás en esas preguntas detecten más de lo que podamos pensar, y al menos les puede servir para descartar a determinadas personas.

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    1. Exacto, Aprendiz, eso de que este tipo de pruebas se utilicen para descartar personas es lo que me aterra. Yo, al menos, preferiría ser descartado por la subjetividad del criterio del entrevistador que por la supuesta objetividad de estos pasatiempos venidos a más.

      Saludos.

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