jueves, 12 de febrero de 2015

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Vivir pegados a un enchufe

Por Carlos T.
Tenemos una dependencia tal de nuestros dispositivos electrónicos que el término siempre conectados ya no hace referencia a que estemos disponibles. Más bien lo hace a que siempre estamos pegados a una pared donde haya un buen enchufe que nos dé esa seguridad de ver el porcentaje de la batería de nuestro teléfono por encima del 80%

Por las características de los móviles actuales y el uso que les damos, raramente llegan al final del día vivos. Por esta razón el regalo estrella últimamente es el famoso powerbank, un bloque del tamaño de un pintalabios que conectándolo al teléfono permite a este estar disponible de nuevo, y a nosotros respirar tranquilos.

Esta necesidad del always on lleva a situaciones cotidianas completamente diferentes a las de décadas anteriores, que demuestran cómo ha cambiado el mundo en poco tiempo. En la consulta del dentista, por ejemplo, la prensa del corazón, o la de viajes, tan manoseada antes, descansa completamente abandonada, incluso siendo ediciones de la semana o mes actual. Ya no se arranca con disimulo la página de la receta de trufas del Hola ni se nota la pátina de suciedad en el reportaje de Viajar sobre el Barrio Rojo de Amsterdam.  Reciben el mismo trato que la inevitable, anodina e inmaculada revista bimensual del colegio de estomatólogos: ninguno.

Ahora, mientras escuchamos de fondo el desgarrador sonido del torno dental, cual trompeta de Jericó de los Stuka alemanes, todos parecemos ocultar nuestro temor tras nuestro dispositivo de confianza. Consultamos el whatsapp, vemos el tiempo que va a hacer mañana o comprobamos la precariedad de nuestra cuenta corriente. A cambio, en ocasiones se dan situaciones muy divertidas: si antes había interesantes disputas entre dos señoras de mediana edad por el Diez Minutos, ahora hay entretenidas peleas por el único enchufe visible de la sala de espera. Hemos caído tan bajo que, en ocasiones, el arma argumentativa de tíos que ya no cumplen los cuarenta es tan pueril como el "es que usted tiene el 12% de batería y yo solo el 8".

Muy recomendable acudir en hora punta a la sala de espera de cualquier médico para disfrutar de estos momentos, e incluso grabarlos y mandarlos por whatsapp. Por supuesto, siempre que nuestro smartphone se mueva por encima del límite mínimo de supervivencia. Límite que pone cada uno.

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