jueves, 12 de marzo de 2015

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A veinte minutos del centro

Por Carlos T.
Llevamos siglos empleando el sistema métrico o el imperial, apañándonos con los metros o las yardas, cuando hay un sistema mucho más subjetivo y parcial para calcular las distancias: el de los veinte minutos.

El término veinte minutos debería ser una medida recogida en el Sistema Internacional de Unidades. Todo se hace en ese periodo de tiempo: se prepara la cena en veinte minutos, comemos algo rápido en veinte minutos, recogemos a los amigos en veinte minutos, nos tomamos la última en veinte minutos, "tardo veinte minutos, que ya estoy saliendo"...

La prueba irrefutable la tenemos en que hasta hay un periódico gratuito llamado 20 minutos. Se supone que su nombre viene porque ese, casualmente, es el tiempo medio aproximado que pasamos en el transporte público desde casa al trabajo, facultad, o dondequiera que se desempeñen las obligaciones y el que tardamos en leer ese diario.

Pero donde los veinte minutos se convierten en una unidad de tiempo ingenuo, utópico e irreal, es en las grandes ciudades y, en concreto, en los cálculos que hace la gente que habita en el extrarradio de estas. Vamos a suponer que uno vive en Las Rozas, zona residencial cuyo núcleo urbano dista de la Puerta del Sol de Madrid (según este cálculo de Google Maps) 19,2 kilómetros. ¿Cuánto tarda un roceño en recorrer en coche esa distancia un domingo de agosto de madrugada? Veinte minutos. ¿Y un martes lluvioso de noviembre a las ocho y media de la mañana? Veinte minutos. La gente que habita en el extrarradio tiene la extraña virtud de tardar menos en llegar al centro de las ciudades que los que habitan intramuros. Y siempre es un tercio de hora, ya sea en moto, autobús o Lamborghini Diablo.

Obviamente, una vez creada, esta medida se la aplican todos aquellos que quieran acortar distancias. Por ejemplo, las promotoras inmobiliarias. Algunas de ellas, como ésta nos sueltan con total desparpajo que desde Los Ángeles de San Rafael al centro de Madrid se tardan 35 minutos. Esta población no es que esté en las afueras de la capital, es que está en la provincia de Segovia. ¿Desde qué tipo de transporte se han medido esos 35 minutos? ¿Quién y cómo ha hecho esos cálculos tan triunfalistas?

Vivir en las afueras tiene muchas virtudes, pero una de ellas no es la inmediatez al núcleo urbano de las ciudades que prometen los veinte minutos. Que solo falta que sus defensores digan que en vez de hacer pis en los aseos de la oficina, prefieren escaparse un segundito a casa y hacerlo en la intimidad y confort de su loza privada.

7 comentarios:

  1. En Jaén en 20 minutos has ido y has vuelto. Aquí la medida es la de los 10 minutos: en coche o andando, salvo que te pille cuesta arriba que andando tardarás cinco minutos más.

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    1. Cierto es que en las ciudades pequeñas se tarda casi lo mismo en ir en coche que andando. Muchos de los que vivimos en las grandes daríamos un riñón por poder ir andando al trabajo. Calidad de vida lo llaman,

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  2. En Málaga, también. Yo vivo a 10 minutos del centro, a 10 del aeropuerto... y a 5 del cortinglés. En 20 estoy en Marbella.

    En 10 me fumo un cigarro y en 20...
    En 10 hago la compra y en 10 me maquillo.

    ¡Y he tardado 20 en escribirte! :s

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    1. nago, tu caso creo que es más de muy buena ubicación geográfica y mejor gestión del tiempo. ¿A qué se debe lo de la tardanza en la redacción?

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    2. A que soy mu torpe... :)

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  3. Muy bueno. Yo lo veo mucho con los hoteles. Vas a coger un hotel en una ciudad a la que vas a de vacaciones y siempre pone "a 20 minutos del centro histórico". Bueno, de hecho, yo creo que es más frecuente poner "a 15 minutos".Por supuesto el cálculo es muy optimista.

    Luego se suele poner "a 3 minutos" en las grandes vallas publicitarias de los centros comerciales cuando el centro está en el extrarradio y la valla en el casco urbano. También son tiempos absurdos, medidos con criterios absurdos.

    Pienso que estas simplificaciones vienen de la importancia que tiene el tiempo (a veces más que el dinero) en nuestras vidas. 5, 15 o 20 minutos nos suena a un ratillo corto, que es lo que todos desearíamos invertir en hacer las cosas cotidianas (desplazamientos, sobre todo).

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    1. Efectivamente, esos pequeños intervalos de tiempo suenan a brevedad, y lo que rompe la barrera son los 20 minutos. 10 minutos, un cuarto de hora y dichos 20 minutos son el límite. Nadie habla de 25 minutos y si nos metemos en la media hora ya es una eternidad. Salvo que en ese tiempo sea alguien capaz de ir de la provincia de Segovia a la Puerta del Sol de Madrid.

      El de los hoteles es un buen ejemplo, por cierto.

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