Qué gran verdad es la de que para gustos los colores y que cada uno llevamos lo que queremos o podemos. Unos tienen un estilo más clásico, otros más formal, los hay muy atrevidos, los que no tenemos gusto ni entendemos de colores y, luego, están los que son capaces de todo. Incluso de ponerse una camiseta como las de abajo.
Para mí, el colmo del mal gusto siempre había sido la camiseta negra de malla que llevaban hace años los turistas alemanes bigotudos. La imagen de aquellos pezones varoniles escapando por entre la malla, acompañados de pelo blanco rizado y una cadena de oro, causó en mi infancia una impresión mayor que la de Pancho corriendo por la playa avisando del fallecimiento de Chanquete.