Hay determinadas prendas y complementos que tienen una edad para presumir de ellos. Todo aquel, fuera de esos años de gracia, que se los ponga buscando el elixir de juventud, lo único que va a conseguir es el efecto contrario.
Solo hay una cosa peor que unos pantalones pirata en un hombre: unos pantalones pirata en un hombre de sesenta años. Tenemos que ser conscientes de que todo tiene una edad, un momento y un lugar en la vida. Al igual que no vamos con chaqué a hacer la compra por el barrio, que es donde deberíamos de hacerla, cumplidos los treinta y cinco tampoco podemos permitirnos ir por la calle como si fuesemos componentes de los Backstreet Boys en un día de playa, o miembros de una mara latina.