
Una vez superada la difícil decisión del espirituoso, subimos al peldaño de la tónica. No podemos ser tan antiguos de pedir Schweppes o Nordic Mist (la antigua Finley) pues seremos el hazmereir del sarao. Se trata de elegir entre tónica con jugo de limón, con membrillo, con flor de saúco, tónica elaborada con mandarina, naranja, pomelo, lima y limón o tónica inspirada en la India ocupada por los británicos.
Sedientos y atragantados por las almendras saladas, y mientras los amigos apuran el último trago de su whisky, bebida con clase y ajena a las modas, llega el final de esta perpetua cadena de montaje: elegir las especias para lo que ya se está conviertiendo en el bálsamo de Fierabrás. Toca escoger entre la aguda embocadura del gengibre, el intenso sabor de las bayas de enebro, la acidez de las cortezas de cítricos y el penetrante aroma de la pimienta negra o los frutos del bosque.
Si alguien va a pedir un gintonic al estilo moderno, es mejor que busque un cómplice que le acompañe o se encontrará bebiendo solo. Para cuando esté preparado, es posible que nuestros amigos lleven durmiendo en su casa un par de horas.
- de Gordon´s, cortito y con mucho limón, por favor...
ResponderEliminar... y no digo que no estén ricos, oiga! pero el arte de un buen loquesea está, sobretodo, en la destreza del camarero y si no, dime cuántas personas conoces que sepan distinguir, con los ojos cerrados, qué ginebra o marca de tonic les han echado.
Bols, Bombay... me reconozco una mujer demasiado simple :))
Un beso, Carlos.
Tras realizar un estudio rápido de las estanterías del hipercor, me llama la atención y mucho, el bonito diseño de las botellas, incluso los colores; había una monísima de color rosa. No sé a qué sabrán... pero intuyo que debe ser cuestión de moda, algo así como: dime qué reloj llevas y en qué trabajas y que el color de tu gintonic haga juego con tu bolso... no sé.
EliminarEl 99% de la gente no tiene ni idea de qué le están poniendo. Si viene un camarero con pajarita, haciendo todo tipo de cabriolas con el limón y el pepino, y nos pone un larios, nos lo tomamos convencidos de que es ambrosía.
EliminarY el pepino, se le olvida el pepino, oiga. El 90% de los que especifican la marca del licor al pedir en la barra, no sabrían jamás diferenciar el sabor, pero el snobismo hace estragos.
ResponderEliminarCierto.... De hecho, yo creo que con Hendricks y el pepino comenzó esta locura, esperemos que pasajera.
EliminarYo es que soy de ron, y me conformo con el de Mercadona a 5 euros...
ResponderEliminarMe imagino que como todo son ciclos, en algún momento le tocará al ron, y habrá que tomárselo dentro de un coco, y chorradas similares. El de Mercadona que sale una carabela, galeote, o parecido, está de vicio.
EliminarTodo comenzó con los cafés: no hay grupo de diez personas en el que dos pidan el café igual, y si uno lo pide en vaso y se lo traen en taza, ya se mosquea. Los bebedores de whisky fueron los siguientes, siempre especificando la marca como si distinguieran el sabor después de mezclarlo con Coca-Cola, cuando lo que se beben es garrafón del malo y no se dan cuenta hasta el día siguiente. Se puso del moda el gintonic y claro, sólo con Larios o Beefeater no era suficiente para los snobs españoles, que a partir de la segunda copa se beben hasta el agua de los floreros y no sabrían diferenciar el orujo del Cola Cao, pero sueltan peroratas poéticas en la barra a la hora de pedir.
ResponderEliminarYa sabes que yo soy más de vodka al modo ruso-soviético, tomando el alcohol como complemento alimenticio e importando un pito la marca que bebes. A lo Boris Yeltsin.
Un saludo.
Llorente.
Llorente, creo que entre chupito y chupito de vodka deberías plantearte seriamente abrir un blog. Nos estamos perdiendo mucho.
EliminarGrandioso, Llorente...
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