jueves, 27 de noviembre de 2014

5

¿Será creíble tanto increíble?

Hay palabras y expresiones que actúan como el chapapote en las costas: se extienden imparablemente y cuando llegan es para quedarse pegadas de forma empalagosa.

Memeces como decir “te lo compro” para aceptar un argumento del contrario o usar “demagogo” como recurso para desprestigiar al que recurre al comentario fácil son ya lugares comunes entre esos tertulianos omnipresentes que podemos ver a cualquier hora del día, en diferentes programas y en casi todos los canales de televisión.

Pero si tuviésemos que apostar por un término que va a aparecer en cualquier entrevista, noticia o presentación, ese es “increíble”. Hoy todo es increíble. El desbordamiento de un río es increíble; un buen concierto es increíble; el dinero pagado por un artículo en una subasta es increíble; la trayectoria profesional de un gran talento ya no es brillante, es increíble. Parece que el escepticismo hubiese triunfado como doctrina filosófica, manual de vida y guía espiritual de los hispanoparlantes.


Hace poco pude ver cómo el mensaje del futbolista inglés Wayne Rooney, que literalmente escribió “it was great to win today”, era traducido como “fue increíble ganar hoy”. No, no es que su equipo jugase tan mal que ni él mismo diese crédito al resultado con victoria final por 1-0; se refería a que fue fantástico, maravilloso, bonito, precioso, grandioso, genial y formidable haber ganado el partido en el que celebraba sus cien internacionalidades con su selección. Es sólo un ejemplo más del uso indiscriminado y machacante de la palabrita de marras, que incluso parece estar superando al empleo de “histórico”, que nos hace pensar que vivimos en la época más histórica de la Historia, o al de “fascista”, el preferido de los políticos para insultarse entre ellos sin importar si el destinatario es miembro de la extrema izquierda o un rico capitalista.


Yo, personalmente, no soy tan crédulo como para creer que viva rodeado de tanto increíble. Observando con detenimiento a mis coetáneos, no veo tanto histórico, ni tanto fascista, ni tanto increíble.
Llorente

jueves, 20 de noviembre de 2014

7

La marca azul del whatsapp

Visto el revuelo montado a raíz de la supuesta falta de intimidad por el nuevo icono del Whatsapp que permite a los demás saber si hemos leído su mensaje, cabe preguntarse si se nos está yendo de las manos el asunto de la privacidad. ¿Tan importante es ocultar que hemos visto o leído un mensaje?

Whatsapp se ha tenido que poner las pilas ante la avalancha de críticas y ha preparado una actualización para que este supuesto intrusismo llegue a su fin, que es como pedirle a Iberdrola que invente algo para que no se vea la luz cuando entremos en casa, o que los coches lleven todas las lunas tintadas, no sea que algún peatón nos reconozca. Si tanto valoramos vivir en ese mundo de misterio, enigmas e interrogantes es que algo falla en nuestra asertividad o en la legalidad de nuestros actos.

Buscamos continuamente nuevos medios de intercomunicación y demandamos inmediatez en los mismos, pero cuando los tenemos ¿qué pasa? Exigimos indignados a Whatsapp privacidad para que nadie sepa si hemos leído un mensaje o a qué hora nos hemos conectado por última vez, y al mismo tiempo subimos una foto de perfil donde nuestra pose, vestuario y gestos nos ubican en ocasiones en el primer peldaño de la escala evolutiva. Si en algunas fotos de perfil ya nos planteamos la catadura de de determinados personajes, estos suelen adjuntar en su estado una frase metafísica, en ocasiones en un inglés mal redactado, que despeja cualquier duda.

La marca azul sirve para lo principal: el mensaje ha llegado y ha sido leído. La útima hora de conexión sirve para lo principal: hace x minutos la persona estaba viva. Esta información, sobre todo la segunda, multiplica las posibilidades de ser respondidos. Seamos más benevolentes con la herramienta creada por  Jan Koum. Aunque solo sea por esos momentos en los que nos permite felicitar un cumpleaños obligado a alguien con quien no tenemos ningún interés en hablar.

jueves, 13 de noviembre de 2014

0

El melómano hostigado

Si no fuese porque sería terrible vivir sin música, hace tiempo que las industrias del sector hubiesen acabado con ella. Antes incluso de que el contrabando contase con el formidable recurso de Internet. Porque resulta difícil encontrar un cliente tan maltratado por los prestatarios de los servicios que paga como el aficionado a la música.
Por si no fuese bastante con el mareo de los cambios de formato, las discográficas decidieron incluir bonus tracks en algunos de ellos pensando, no sé muy bien por qué, que el comprador de un CD tenía derecho a más canciones que el de un vinilo. Años después, cuando el vinilo estaba defenestrado, resulta que era a este último al que se le regalaban un par de temillas que aquel, piensan, no tiene por qué disfrutar. Y cuando parecía que la cosa no podía complicarse más, aparecen discos en exclusiva en ¡iTunes! Despiadado. Retorcido y despiadado.

Tampoco el espectador de la música en vivo está libre de la persecución. No hace muchos años, sacar una cámara fotográfica en un concierto (si no te la habían quitado en el cacheo de la puerta) era más osado que sacar un Colt 45 en un acto del Rey. Lo menos que te podía pasar era que un gorila te rompiese la muñeca al arrebatártela. La proliferación de móviles con cámara convirtió esa prohibición en inaplicable y ¡oh, milagro! resulta que no pasa absolutamente nada, y hasta los artistas comparten las fotos que sus fans les hacen durante sus actuaciones en las redes sociales. ¿A qué venía, entonces, esa manía? A las meras ganas de maltratar al aficionado.

Pero ese pequeño logro del melómano no podía quedar sin respuesta por parte de las promotoras: subida brutal de los precios de las entradas, que cuando ya parecían haber tocado techo han visto aparecer unos eurillos más de “gastos de gestión” que son como la chicuela del mus,  y sustitución de la bonita entrada que uno podía guardar como recuerdo por un tique que parece el de la compra del Carrefour.

Y me falta mencionar el abuso de la industria discográfica hacia el artista, que es el currante que da vida a todo esto. Por no alargarme más, lo resumiré con la respuesta del músico José Ignacio Lapido cuando le preguntaron qué recomendaría a un joven que inicia su carrera musical: lo primero de todo, antes incluso que aprender a tocar un instrumento, que se busque un buen abogado.

Llorente

jueves, 6 de noviembre de 2014

2

Usado siempre por chica

En el mundo de la venta de segunda mano se emplean todo tipo de estrategias. Una muy habitual a la hora de intentar vender un vehículo es la famosa frase de Usado por chica, lo cual parece ser sinómino de garantía y de buen estado.

¿Qué beneficios se supone que tiene un vehículo que haya sido conducido por una mujer? ¿Por qué parece que el coche va a estar mejor que si pusiese usado siempre por mecánico? Si es de mujer nos da confianza, si es de un fulano de un taller creemos que se va a caer a trozos. Ya puestos a entrar en estos tópicos, ¿no es el hombre quien generalmente cuida del coche?

Si eso es un argumento de venta, hay que intrepretar que los hombres somos unos quemados y cuando vendemos un automóvil es porque tras una vida miserable de derrapes, trompos, kunda habitual de los poblados gitanos, tirones de bolsos y carreras por el carril contrario en la carretera de La Coruña,  ha llegado el momento de darle finiquito antes de que parta en dos. O que las mujeres son unas expertas en el uso y disfrute de los motores de combustión interna, con un preciso dominio de la admisión, compresión, expansión y escape, de los árboles de levas, taqués y tapas de balancines y que los cambios de aceite no los hacen con un vulgar Castrol, Esso o Mobil, sino que emplean oliva virgen extra aromatizado con trufa negra condimentado con albahaca.

Si lo que se pretende es publicitar que el coche está muy cuidado, que vean a mi vecina cuando en los despiadados amaneceres del invierno madrileño, a dos grados bajo cero, arranca el coche y le saluda con cuatro acelerones de seis mil revoluciones cada uno mientras este se retuerce y aprieta los dientes, porque según ella "así ya sale en caliente y no da tirones".

Ni hombres ni mujeres. Hay personas cuidadas y descuidadas, independientemente de su sexo y de los años de carné. Lo que es seguro es que en el coche de mi vecina, en poco tiempo veremos en sus ventanillas eso tan emocional y socorrido de me venden, acompañado de usado siempre por chica.
Carlos T.