Psicosis, El Padrino, Con la muerte en los talones, Rocky, Regreso al futuro, Grease, Rambo, Tiburón, Cazafantasmas, Harry el Sucio... todas ellas, mejores o peores, son películas míticas del cine de no hace tanto tiempo. ¿Qué hemos perdido por el camino para que ninguna película actual llegue a convertirse en un referente como lo han sido estas?
Sonido en Dolby ProLogic II, visión en 3D, pantallas interactivas... paradójicamente parece que cuanto más avanza la tecnología y se potencian las experiencias extremas en las salas de cine, más desapercibidas pasan las obras y su fugacidad es cuestión de semanas. Posteriormente se saca un paquete en Blue Ray a ver si se lo colocan a cuatro cinéfilos y nunca más se supo. El pianista, 21 gramos, Kill Bill, etc. se quedaron en la cuneta y acabaron en packs de oferta de cualquier hipermercado tras una visita rápida a las salas de cine.
No es una cuestión de que cualquier tiempo pasado fue mejor ni de nostalgia. Sólo tenemos que hacer un recorrido desde los inicios del cine hasta ahora y veremos como las obras maestras o las películas clásicas, sea por el motivo que sea, han ido descendiendo a la misma velocidad con la que tardamos en descargarlas en casa con una conexión de fibra de 100 mb.
No hay duda de que gran parte de este batacazo se debe a la facilidad de acceder a los contenidos sin esfuerzo alguno. Ya no hacemos cola en el cine, ya no decimos eso de "mañana no puedo quedar, que voy al cine", pues era un acto que entre la ilusión y el traslado nos llevaba casi todo el día. Ya no nos emocionamos con sus protagonistas, ya no queremos comprarnos el chaleco que vestía McFly en Regreso al futuro o apuntarnos con Ralph Macchio a la escuela de kárate.
Cuanto más fácil es el acceso a las cosas, menos valor le damos. El reclamo actual en los cines ya no pasa por un buen director, un excelente protagonista o un magnífico elenco de secundarios. Ahora se trata de encubrir la baja calidad de las películas, o el poco interés por las mismas, con artefactos como las gafas en 3D, el sonido envolvente o, en breve, las butacas que se mueven al ritmo de las escenas.
Afortunadamente, siempre nos quedará Casablanca, la cual puede ser el comienzo de una gran amistad para las generaciones de Avatar o American Pie.