jueves, 29 de mayo de 2014

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El país que siempre dice sí

Por Llorente
En las encuestas callejeras, el porcentaje de los que no saben o no contestan es siempre muy bajo, independientemente de la pregunta realizada, lo que transmite la sensación de que respondemos como si supiéramos aunque no tengamos ni idea del asunto que nos plantean.

Cuando pasen muchos años, quizás más de los que nuestros nietos alcanzarán a ver, los historiadores acudirán a los sociólogos y a los psicólogos para intentar explicar el misterioso caso español, el del país que siempre decía sí.

Franco convocó dos referendos y el sí popular lo avaló en ambos. Suárez no tuvo problemas en salir elegido en las primeras elecciones y en obtener el consentimiento del pueblo español para una Constitución que ahora nadie recuerda haber votado. González obtuvo una mayoría absoluta aplastante con un programa que incluía la renuncia de España a la OTAN, lo cual no fue óbice para que poco después los mismos que lo habían votado aprobaran en referéndum su permanencia en la organización atlántica.

Por si no estaba bastante clara la sumisión popular a lo que desde el poder se le dice que tiene que votar, llegaron las consultas concernientes a la construcción europea. Nadie podía albergar duda alguna en 2005 de que los españoles ratificaríamos el Tratado Constitucional Europeo, el mismo al que franceses y holandeses se opusieron sólo tres meses después.

¿Qué pasaría si alguna vez votásemos en sentido negativo? Nada grave, supongo. Quizás se repetiría el referendo las veces necesarias hasta que cambiásemos de opinión. Pero nos quedaría la satisfacción de saber que son muchos los que, al menos, se han leído la pregunta.

jueves, 22 de mayo de 2014

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Hacerse un selfie

Lo que hasta hace poco era el autorretrato chulo y molón de toda la vida, o lo de poner la cámara encima de una piedra e ir corriendo al grupo para salir en la foto, ha sucumbido al selfie. ¿Qué esconde Satanás bajo esta nueva tendencia?

Ya hace tiempo hablábamos de cuánto valor han perdido las fotografías en todos los aspectos a causa de las cámaras digitales, móviles, etc. y ahora damos una vuelta más de tuerca con esta nueva moda. La mayoría de estos retratos consisten en primeros planos de fosas nasales distorsionadas por el angular del objetivo, catálogos de dientes, caries y sarro, y un misterio absoluto por el lugar donde se ha tomado la imagen, pues lo más lejano que vemos es una oreja o una mano apoyada en un hombro. Sin valor, pero soportable.

Cuando la situación de los selfies ya adquiere tintes dramáticos es cuando intercede la noche y el alcohol, y donde el decoro no ha sido invitado. Aquí todo se convierte en un extenso inventario de mejillas sudorosas, lenguas blanquecinas y pastosas buscando compañía y pupilas sangrientas a causa del contraste de la oscuridad del garito y el pelotazo del flash. Documentos de gran valor científico para dentistas, oftalmólogos, otorrinos e incluso antropólogos, pero que como imagen artística o recordatorio de días de vino y rosas dejan mucho que desear.

Lo de "hacedme un hueco, que aprieto el botón y voy corriendo" o lo de pedir a un desconocido que nos haga una fotografía a un grupo de amigos tiene los días contados. Es la hora de los selfies. Con sus defectos y sus ¿virtudes?.

jueves, 15 de mayo de 2014

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User, password, pines y claves

Desde que nos levantamos hasta que nos metemos en la cama, vivimos en un continuo mundo de combinaciones de cuatro cifras, guiones bajos y contraseñas. ¿Cómo parar esta maratón para las células grises capaz de desesperar al mismísimo Stephen Hawking?

El pin del móvil, la tarjeta del cajero, el código del portal, la clave del ordenador de casa, la del PC de la oficina, la de la banca por internet, el patrón de bloqueo de Android, los códigos de Dropbox, el user y pass de Apple Store y la contraseña de iCloud, Facebook o Twitter.

Si somos de los que siempre empleamos una contraseña sencilla y breve, como pepe34, no tenemos ningún futuro, pues ya las páginas nos indican que la contraseña tiene que incluir mínimo ocho dígitos, combinando letras minúsculas, mayúsculas, números y otros caracteres. Así que en una página que entramos de pascuas a ramos, nos encontramos que nuestro clásico, tradicional, infalible y sencillo método de pepe34 pasa a ser PepE_3*4$.

Entonces decidimos tomar esta nueva contraseña como fija pero, por desgracia, al intentar emplearla en otra web se nos advierte de que sólo se admiten caracteres alfanuméricos, por lo que vuelta a empezar la rueda. Y aún hay más: en ocasiones se nos pide cambiarla (por seguridad) y cuando, en un ejercicio de lógica vamos a poner la misma, que bastantes problemas tenemos ya, nos dicen que no se puede repetir una contraseña ya empleada en los últimos cien días.

Hay que darle una vuelta a esto de las claves como método de acceso. Si ya todas las páginas incluyen la opción forgot password? es que algo no anda bien en la estrategia de seguridad en internet.

jueves, 8 de mayo de 2014

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El ambientador del coche

Lejos quedaron aquellos ambientadores con forma y olor a pino que colgando del retrovisor nos quitaban la visibilidad de la mitad del parabrisas. El mundo de los perfumes del automóvil se ha echado a perder, y de qué manera...

Lo que antes era una tarea sencilla como hacer que el coche oliese a pino y camuflase el olor del cenicero desbordado de colillas, hoy día se ha transformado en una toma de decisión tan complicada como elegir la guardería de un hijo o hacerse una vasectomía. Uno va buscando el abeto de toda la vida y se topa con la cruda realidad: los ambientadores ya no cuelgan del espejo ni se balancean. Desde hace tiempo van incrustados en las salidas de aire y tienen fragancias de lo más extraño.

Lluvia de verano, brisa marina, frescor de ropa limpia, manzana dulce y canela especiada, jazmín exquisito y perla australiana, paseo al borde del mar... todo un mundo aromático por descubrir. Uno especialmente interesante es el llamado "Dama de noche". ¿Cómo huele eso? Porque hay damas y hay noches. ¿Huele a Brigitte Bardot en sus mejores años compartiendo con nosotros un daikiri en la Costa Azul, o huele a Belén Esteban en un motel de Bujaraloz comiendo un kebab?

Lirio del Amazonas, selva tropical.... los que no hemos ido a Venezuela ¿cómo sabemos que no nos están haciendo el lío, y en lugar del lirio el perfume es de gardenia? En estas cosas se ve la confianza que transmite al producto un buen prescriptor, como De la Quadra Salcedo.

Yo no sé para que se complican tanto la vida cuando, lejos de tanta frescura y exotismo, todos buscamos el perfume que el que lo invente se forra: ambientador con olor a coche nuevo.

jueves, 1 de mayo de 2014

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El botón del warning

El botón del warning es esa teclita del coche, generalmente de color rojo, con un triángulo en el centro, que se emplea para cometer infracciones de todo tipo y confiar en que nadie se sienta molesto, pues hemos señalizado nuestro egoísmo.

Para aquellos que en su currículo figure un nivel medio de inglés conviene aclarar que el término sajón warning significa sencillamente Advertencia o Aviso. Pongo las cuatro luces intermitentes para avisar de que he pinchado y estoy en la cuneta. Aprieto el botón porque el coche se ha parado y no puedo arrancar. Pulso la tecla del triángulo rojo porque ha habido un accidente y estamos realizando una frenada de emergencia; advertimos de un posible peligro. Y hasta aquí la teoría.

La realidad es mucho más sencilla. Muchos conductores entienden que esa advertencia se basa en indicar que van a aparcar donde les salga de las narices. Nos avisan de que se van a hacer invisibles, de que aunque crucen el coche en medio de una autopista y se pongan a hablar por teléfono no molestan, porque han pulsado el warning. Es muy habitual ver un hueco para estacionar y encontrar un coche tapando ese hueco, con las lucecitas puestas, el habitáculo vacío, y el dueño tomando una cervecita en la terraza del bar. O montar un bonito espectáculo de luces a cargo de los todo terrenos de las madres, que charlan en la puerta del colegio, mientras el resto de conductores vemos como, por arte de magia, tres carriles para circular se han reducido a uno. 

Yo no entiendo como hay gente que busca huecos para aparcar a la hora de sacar dinero de un cajero, al ir a dejar un traje en la tintorería, al comprar en el supermercado... incluso hay trastornados que se van a cenar a un restaurante...y meten el utilitario en un parking. Qué manera de tirar el dinero... ¿es que no tienen boton de warning?