jueves, 26 de febrero de 2015

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Dándole caña al spanglish

Por Carlos T.
Que nuestro vocabulario está repleto de términos en inglés es de sobra conocido y aceptado, sobre todo en lo que respecta a marcas comerciales. Pero lo interesante de esto es nuestra manera de españolizarlo a la hora de pronunciar dichos términos

¿Alguien sabe escribir a la primera, correctamente, el nombre del ungüento para los resfriados conocido como visvaporús? O se es farmaceútico o se trabaja en los laboratorios Vicks, o estamos condenados a untarlo por nuestro pecho sin un justo reconocimiento a su denominación. ¿Y los confleis de Kelos? Este es más fácil, pero también tiene su cosa a nada que uno no sea muy ducho en el idioma, por mucho que se haya pasado cientos de mañanas con la mirada perdida en la caja de cereales mientras desayunaba.

Lo bueno viene cuando hacemos nuestros combinados nacionales y ponemos una palabra en inglés y la otra la españolizamos. Por ejemplo, el tabaco Lucky strike: nada de nacionalizarlo como luqui estrique o pronunciarlo en un correcto americano como Laky straik. Nosotros hacemos nuestra mezcla hispano-sajona y nos marcamos un luqui estraik. Dame un paquete de Luqui, pero estraik, eh? Lo mismo pasa con el whisky White Label. Nada de guait leibol en inglés o bite lábel en español. Mezclamos y nos tomamos un sabroso guait lábel. Y si seven up es sevenáp, ¿por qué la pasta de dientes close up es close up y no clous ap? Misterios de la publicidad de los sesenta y su "close up, close up, ¡rojo fuerte! ¡verde menta!"

¿Qué fue de la famosa revista porno Private? Nunca conocimos ningún moderno que la llamase Praivet, pues hubiese sido rápidamente expulsado del grupo de golfetes de la clase. Como mucho, se aceptaba priveit, por darle un toque guiri, pero más carabanchelero. ¿Y el boli Paper Mate, o el estropajo Scotch Brite? Cosas de los jingles publicitarios, que ya decían "escoch briteeee, yo no puedo estar sin él". Ir a la droguería a pedir un scoch brait y ver la cara de descojone del droguero tiene que tener su punto. La misma que la del librero al pedirle una pluma peiper meit.

Unas veces por la creatividad de los publicistas en su momento, que se preocuparon más de la sencillez en la pronunciación en aras de unas mejores ventas, y otras por nuestra chulería latina, vivimos rodeados de un espanglish que deja a los portorriqueños a la altura del betún y que ya quisieran para ellos los monos de Gibraltar.

5 comentarios:

  1. Hoy ha estado usted grandioso, Carlos.

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    1. Gracias, Sr. Neri. Todo un halago viniendo de usted.

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  2. Se dice luqui, lábel y brite, tal cual. Lo que ocurre es que los angloparlantes no saben pronunciar su propio idioma y aún no lo saben. Nos corresponde la dura tarea de enseñarlos.

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    1. De unos tíos que tienen moqueta en la cocina, poco se puede uno fiar. Hay mucho trabajo por hacer.

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  3. Oclajoma chicles de goma ¡

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