jueves, 11 de abril de 2013

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¿Qué ha dicho la radio?

La frase "¿qué ha dicho la radio?" fue muy habitual durante décadas. Lo que escuchásemos a través de ella nos valía. No hay más que recordar el 23 de febrero de 1981, que por algo se llamó la noche de los transistores. Pero ¿dónde ha quedado aquella radio con sus simpáticos anuncios, su información precisa y sus concursos?

La radio ya no es ni sombra de lo que era. Ahora prácticamente se basa en emisoras musicales, informativos basados en las agencias de noticias (lo que implica que todas ofrezcan la misma información), y programas nocturnos para compartir desgracias con insomnes, parados y opositores. O aburridas tertulias donde invitados de gran calibre, pseudo periodistas de la prensa rosa, dan lecciones de demagogia y recomiendan impunemente lecturas como la biografía no autorizada de Belén Esteban.

Si salimos de estas opciones, básicamente nos queda la de otros programas que ya resultan anodinos: los que fabrican los oyentes. Antes se emitía un programa y tras él se abrían los teléfonos para que los invitados hablasen sobre lo comentado y diesen su opinión. Ahora es al revés. Ahora los locutores lanzan la pregunta "¿qué es lo más extraño que te ha ocurrido en una boda"? y a partir de ahí, a esperar la acción de los supuestos radioescuchas, que dejan de serlo para llevar el programa, y los locutores opinan sobre lo aportado por los primeros. Pero los que cobran son los segundos.Y así todos los días. Hacer un programa diario de cuatro o cinco horas, en directo, no tiene que ser fácil, pero sabiendo que prácticamente todo vale, es una oportunidad de oro para crear algo diferente.

¿Tendrían hoy día éxito los seriales, las radionovelas y los programas para niños que, al no tener imágenes, permiten desarrollar la creatividad e imaginar los personajes a la propia voluntad?
Hace no tantos años, muchos teníamos puesta una marca hecha a rotulador en la zona del dial de nuestro transistor para no perder nuestra emisora favorita. Ahora los transistores digitales tienen veinte presintonías, como sabiendo que vamos a tener que ir constantemente buscando algo de calidad. La radio, como la hemos conocido muchos años, desaparece. Y con ella, gran parte de su credibilidad.

6 comentarios:

  1. Me quedo con el comentario sobre que ahora son los oyentes quienes llevan el peso de los programas, de la misma manera que cuando llaman los presentadores por teléfono haciéndose pasar por otro. Sí, es muy gracioso, pero ¿alguien ha preguntado al receptor de la llamada si quiere hacer gratis el programa de hoy? Sin entrar en los problemas que le pueden causar, y ejemplos recientes hay. Yo recuerdo que Gomaespuma siempre llamaba a los sitios identificándose primero, y me parecía lo correcto.
    Sólo te ha faltado mencionar las patéticas retransmisiones deportivas de ahora. Señores locutores: si escucho un partido de fútbol por la radio, es porque no lo puedo ver por televisión. ¡Cuéntenme lo que pasa! Lo único que se oye son charlas insustanciales entre varios supuestos comentaristas y, de vez en cuando, alguna frase como "¡huy, Messi ha tirado al palo". Y mientras, Héctor del Mar retransmitiendo la lucha libre.

    Un saludo.

    Llorente.

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    1. LLorente, comencé la redacción hablando de las retransmisiones deportivas, pero se alargaba demasiado la entrada, pues da para una propia.
      Totalmente cierto. Es imposible escuchar un partido por la radio. Lo único que consiguen es poner en estado de nervios al radioyente, mientras oye al vecino celebrar el gol. Buena oportunidad para anunciar tila o valeriana tras la cuña de Puritos Reig.

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  2. Los programas de ahora serán un petardo, pero yo me quedé traumatizada con la Sra. Francis. ¡Qué estrés de infancia!

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    1. Traumatizado me quedé yo cuando se dijo que la Srta. Francis era señor Francis y que era un cura. Hay información sobre ello en Internet, pero no sé hasta qué punto es cierto.

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  3. Buen post que me hace reflexionar porque me considero un fan incondicional de la radio pero no dejas de tener razón en tu crítica ante la falta de innovación y creatividad de las programaciones. No obstante, viendo cómo innovan y evolucionan otros medios como la TV, casi prefiero que la radio se quede como está. Ahí no podemos "oír" cómo salpican los barrigazos piscineros y todavía no existen los "salvamés" o "belenestébanes", por poner el caso.

    Habla Llorente del gran, incomparable e inalcanzable Héctor del Mar. Toda mi infancia y adolescencia con sus inimitables retransmisiones, ese "llevaba, llevaba, llevabaaaaa, olor a red", "buenas tardes amigos oyentes" y tantas y tantas expresiones inolvidables. No entiendo, de verdad, qué pinta en esos ridículos falsos combates de lucha en vez de estar al frente de un carrusel o un radioestadio. Por cierto que, además de un fantástico profesional era imparcial, cosa inexistente hoy en día...

    RPA

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    1. Insuperable e inimitable Héctor del Mar. "Mi-chel, Mi-chel, Mi-chel, te queremoh, Mi-chel"
      Radio profesional, de locutores con carácter, que nos hacían vivir los partidos como si estuviésemos en el campo.
      Por desgracia, "sálvames" y demás ralea se escuchan algunos, pero se ve que sus seguidores disfrutan más viendo como escupen el veneno, no sólo escuchándolo.

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