jueves, 30 de agosto de 2012

3

Y llegaron los fascículos

Se acabó el verano y mientras nuestro bronceado y alegría van marchitando, en la misma medida florecen los siempre fieles compañeros de fin de estación: los coleccionables por entregas.
Esos clásicos que permanecen con nosotros con el orgullo y chulería que da el sentirse inmunes a las crisis. Si es una época de la vida en la que andamos bien de pasta, a la vuelta de verano nos animamos y nos líamos a montar el Soleil Royal, buque insignia de Luis XIV. Que no se diga que no aportamos nada a la sociedad.

Y si, como suele ser habitual, volvemos de las vacaciones estivales sin un euro, y sin perspectivas de obtenerlo en los meses venideros, para resistir el hastío invernal nos animamos a armar un Tyrannosaurux Rex, a ver si amortizamos de una vez aquel Notable de 6º de EGB en Naturales. A nada que nos den 300 huesos y vértebras, ya tendremos ocupadas las frías tardes de domingo. Entre el chocolate calentito y los efluvios del pegamento, seguramente el bicho nunca llegue a mantenerse en pie, pero a nosotros nos hará la tarde más amena. Un invierno bien baratito. ¿O a lo mejor no tanto?


Todos los años nos pasa lo mismo: "Los coches que movieron el mundo. Primer número y un Seat 600 de regalo, por 1.95." Vamos al kiosko, le pedimos al dependiente que nos quite el cartón de 15x5 metros y nos vamos a casa con una urnita con un 600 y un folleto que nunca llegaremos a leer en profundidad. Si acaba ahí la cosa, es un buen resultado.
Según este estudio de 2005, una replica de automóviles antiguos en la primera entrega tiene un coste de 1,95 euros, para en la tercera pasar a costar 11,95 euros. Así que en el mundo de los coleccionables pasa como en la vida real, que empezamos con el 600 pensando en alcanzar el Mercedes, pero la economía es la que es, y lo más posible es que, en el mejor de los casos, acabemos con el Opel Astra o similar. Y ahí se acaba nuestra carrera automovilística, independientemente de que la escala sea a 1:25 o a 1:1.

Estamos muy bien entrenados, otoño tras otoño, y saquen lo que saquen ya es muy difícil que puedan asustarnos. Lo que sí asusta es ir a casa de alguien y ver que hace la colección. Una cosa es que pongan a la venta por fascículos "Construye tu acorazado Bismark" y otra que tu amigo de la infancia, pacifista radical y que te animó a hacer la objeción de conciencia para librarte de la mili, ahora se ha vuelto un ingeniero militar de andar por casa y va quitándole horas al sueño montando catapultas, turbinas, cañones y calderas de una estructura a la que harán falta más manos para terminarla que naves se necesitaron para hundirla en la Segunda Guerra Mundial. O esa amiga rebelde, asidua de conciertos alternativos y extrañas lacas de uñas, que en BUP ya sustituía la Religión por la Ética porque "pasaba de los curas", y un día en su casa ves que debajo de la cama sobresale el cartón de "Rosarios de María". 

La saga que está por triunfar, y que espero que salga pronto, es la de "Los misterios de los fascículos al descubierto". Ahí, semana tras semana, obtendríamos respuesta a preguntas tan sencillas pero de tanto misterio en el mundo editorial como ¿cuántos fascículos son? ¿qué pasa si se deja de editar a mitad de colección? ¿qué periodicidad tiene? ¿Por qué esos cartones y envoltorios tan grandes como un frontón alcarreño? ¿Por qué debo pagar 500 euros por el Bismark a plazos y montármelo yo, a lo mueble sueco, si lo tengo en la tienda por 200 euros y esta misma tarde está navegando por mi bañera?

En resumen, que bien sea para meternos en más jardines de los que tenemos, o bien sea para precisamente olvidarnos de ellos, los fascículos están ahí para acompañarnos de septiembre a diciembre, donde cambiaremos nuestro proyecto editorial por otros más saludables, como dejar de fumar o perder peso. Y estos también suelen ir en varias entregas y no tener fin.

3 comentarios:

  1. Pues no se si será por la crisis, pero he observado que hay menos coleccionables, al menos anunciados en TV, que hace unos años. Yo no he encontrado aquél que me haga perder la cabeza, aunque bien puedo comenzar la colección de abanicos de grandes modistos, y utilizarla el próximo verano, porque ya me dirás para que lanzan una colección de abanicos cuando se está acabando el verano. A no ser que paseando por Cobo Calleja se hayan encontrado el contenedor perdido y hay que darle salida como sea...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, a mí también me da la impresión de que hay menos novedades y, desde luego, menos anuncios en TV.
      Por cierto, que acabo de buscar en Google lo de Cobo Calleja. No tenía ni idea de que existía ese sitio. Flipante.
      Besos

      Eliminar
  2. ALBERTO AGUILAR31/8/12 10:40

    Nunca he realizado una colección de este tipo, aunque me imagino que quien la realiza tendrá alguna motivación. Tendrá su encanto realizarlo tu mismo, estar pendiente de comprarlo cada semana etc. Como cuidar un bonsai y conseguir que no se te muera pronto, que en una valoración simple puede parecer una lata.

    En fin, es bueno tener motivaciones y aficiones. Cada cosa le producirá a cada uno distintas gratificaciones... y si no dejarás de comprarlo o de practicarlo, lo que significa que te dejaste llevar por un impulso consumista o por una moda... o no necesariamente, pero ese debate filosófico necesitaria muchas lineas.

    Salud

    ResponderEliminar