Si hay una tradición ancestral implantada en España que se remonte más allá de la huída de Boabdil y
la bronca de su madre, esa es la de la fiesta de Halloween. Que tiemblen Sanfermines, Fallas, Pilares, Rocíos y Tomatinas, que la brujita con su escoba y la calabaza vienen arrasando con todo. Y es que nuestras costumbres están muy desfasadas y, para colmo, algunas de ellas tienen un tufillo religioso. Eso no se puede perdonar.

Con qué facilidad se ha implantado la fiesta de Halloween en España en muy pocos años. Esta tarde-noche nos vamos a hartar de ver niños disfrazados de esqueleto, niñas vestidas como las
hijas de Zapatero y chavalines de ambos sexos ataviados con traje rojo, orejas de punta, rabo y cuernos.
Y para rematar la nueva moda, nada mejor que una calabaza agujereada, iluminada por dentro y apoyada en la ventana.